Apenas cuatro años después de auparse a la presidencia del Santander tras la muerte de su padre, Ana Botín lanzó ayer la segunda reestructuración de calado de la cúpula del mayor banco de la zona euro por valor bursátil. El grupo ha anunciado de forma sorpresiva el cese de José Antonio Álvarez como consejero delegado de la entidad a partir del próximo enero. Su puesto pasará a ser ocupado por el italiano Andrea Orcel (1963), hasta ahora alto ejecutivo del banco suizo UBS, especialista en banca de inversión, y hombre de confianza desde hace casi dos décadas de Emilio Botín y de su hija para las grandes operaciones corporativas del grupo.

Al contrario que sucedió con su antecesor Javier Marín, Álvarez no ha sido defenestrado, pero sí degradado. En la práctica ha bajado un escalón: de ser el número dos del banco a ser el número tres en sustitución del veterano Rodrigo Echenique, hombre de confianza de Ana Botín, que en junio anunció su intención de dejar sus funciones ejecutivas y quedará solo como consejero. El todavía consejero delegado, así, pasará a ser el único vicepresidente ejecutivo del grupo y también será el presidente ejecutivo de la filial española, que tiene por delante el difícil reto de integrar las redes de oficinas del Santander y Popular.