Entre lo necesario y lo imposible se sitúa lo contingente. Es decir, "que puede suceder o no suceder". Pero para explicarlo bien, mejor recordar aquella famosa escena de Amanece, que no es poco , de José Luis Cuerda, en que un vecino pugna con sus conciudadanos para poder gritarle a su alcalde: "¡Todos somos contingentes, pero tú eres necesario!".

En la bolsa, igualmente, no hay nada necesario ni imposible, todo puede suceder o no. Ayer, por ejemplo, el mercado de valores podía rebotar o no tras el duro castigo de las cuatro jornadas anteriores. Y lo hizo gracias a Janet Yellen, la presidenta de la Reserva Federal, quien afirmó que muy probablemente subirá los tipos antes de final de año. Disipó así las dudas sobre la fortaleza de la economía estadounidense, de la que ayer se supo que crece a un ritmo del 3,9%, dos décimas más de lo esperado por el mercado.

¿Pero podría haber sucedido otra cosa? Quizás ayer no: los inversores esperaban una excusa para aprovechar las fuertes caídas de los últimos días para comprar a precios bajos (el clásico rebote). Pero en realidad las aguas de fondo siguen turbias, persiste la incertidumbre sobre la economía global, especialmente por China y los emergentes. Y por si fuera poco, el escándalo de Volkswagen, que no invita precisamente a la confianza. El Ibex 35, en esta tesitura, ha perdido un 3,3% en la semana, pese a subir ayer el 2,45%, a los 9.519,50 puntos, con la prima de riesgo en los 138 puntos.