El 16 de diciembre del 2008, pocos meses después de la quiebra de Lehman Brothers, la Reserva Federal de los EEUU dejó sus tipos de interés de referencia en cero y desde entonces no los ha movido. El banco central más poderoso del planeta, con capacidad para imprimir billetes verdes, tomó esta decisión ante la visión de que el país se encontraba ante la recesión económica más larga desde la Segunda Guerra Mundial. Un diagnóstico que su entonces gobernador, Ben Bernanke, acertó y que su homólogo en el BCE, Jean-Claude Trichet, a la sombra de los halcones del Bundesbank, no supo ver con consecuencias desastrosas para la eurozona.

En EEUU, a diferencia de Europa, la principal obsesión es la creación de empleo y el crecimiento, no el control de la inflación. Diez días antes de dejar los tipos en cero aquel diciembre del 2008, el Gobierno de EEUU había anunciado la pérdida de 533.000 empleos en el mes anterior, la mayor caída del empleo en un mes desde 1974. De hecho, el dato fue posteriormente revisado a 765.000 puestos de trabajo fulminados.

La Fed sacó toda su artillería tras la caída de Lehman Brothers: no solo dejó el precio del dinero a cero, aliviando a las familias y a las empresas endeudadas y rebajando el coste al que se financiaba el Gobierno, sino que decidió ampliar sus políticas de estímulos no convencionales. Es decir, empezó a bombear de forma masiva dinero a la economía mediante la compra de bonos y otro tipo de activos financieros, algo que el BCE no puso en marcha hasta seis años después, concretamente en marzo de este año.

La atención que ha suscitado la reunión de la Fed y la posible subida de los tipos de interés tiene mucho que ver con una pregunta: ¿Cuándo daremos por terminada la crisis financiera y sus devastadoras consecuencias? En EEUU hay muchos analistas financieros, jóvenes tiburones de menos de 30 años, que nunca han conocido una subida de los tipos de interés en su país desde que ingresaron en el mercado laboral. Pertenecen a la era de la larga crisis en la que los ricos se han hecho más ricos, y los pobres, más pobres.

Casi una década después del gran crash , los nubarrones todavía no se han despejado a la luz del discurso de ayer de la presidenta de la Fed, Janet Yellen. El mundo va a crecer menos este año, EEUU no tiene afianzada su recuperación, especialmente la de su mercado laboral, y la eurozona sigue con una recuperación frágil y desigual. Todavía nadie puede decir que la crisis es historia.