A Hacienda le cuestan 89 céntimos de 1 cada 100 euros recaudados. Es un coste bajo, especialmente comparado con el de Alemania, que asciende a 1,5 euros. De esta manera, la hacienda española es la más eficaz, sin embargo, ningún país copia este modelo por otros motivos. Y es que, aunque alcanza el objetivo, no parece parece utilizar los recursos de la mejor manera porque obtiene una recaudación ocho puntos del PIB por debajo de la que consigue cualquiera de los países de nuestro entorno.

El libro De nuestros impuestos y su administración , escrito por el experto fiscal Joan Iglesias, aborda las consecuencias de dos variables fundamentales en la economía actual: la creciente complicación de las normas tributarias y la globalización. Como consecuencia, en muchos países se ha optado por convertir al contribuyente "en un cliente potencial, en una relación de enfoque colaborativo", según el profesor Alejandro Esteller, que también ha participado en el libro. Más que elevar los impuestos se opta por ampliar las bases atrayendo al contribuyente y poniéndoselo fácil y cómodo.

Muchos países, como Reino Unido, calculan a su vez la denominada tax gap o brecha fiscal (la diferencia entre lo que se recauda y lo que debería recaudarse), valoran que esta baje, se vuelcan en facilitar el cumplimiento y los esfuerzos de persecución se centran en los colectivos manifiestamente incumplidores. En el sistema fiscal español predomina el control, no la atracción al cliente.

Antoni Zabalza, antiguo secretario de Estado de Hacienda y presidente de Ercros , asegura que el problema del fisco español "son los costes de cumplimiento", que recaen sobre el contribuyente a causa de numerosas excepcionalidades y complicaciones que producen unas "leyes fiscales con una incomprensibilidad buscada".

Algo falla

Y lo que es peor, que hacen que una parte de los recursos se pierdan en la defensa de litigios por culpa "de la poca calidad de las leyes". Al final, todo ello genera imprevisibilidad e inseguridad jurídica. Este tipo de costes, según Zabalza, supone entre el 4% y el 5% de la recaudación. Eso significa entre cuatro y cinco veces más que los costes de organización tributaria, "como si se pagasen 10.000 millones más a Hacienda", afirma Zabalza.

Desde luego, algo falla. Porque es verdad que los costes de recaudar son baratos comparativamente, pero, según el Tribunal de Cuentas, "un tercio de lo que se liquida no se cobra", recuerda Iglesias.