Películas de alta definición bajadas en dos segundos, videoconferencias con hologramas, operaciones quirúrgicas a distancia, realidad virtual en los juegos y un mundo, ahora sí, interconectado. La tecnología 5G ridiculizará muchas películas recientes de ciencia ficción cuando explote su comercialización en el 2020. Hoy, aún en pañales, acredita que Asia ha adelantado a Europa también en telecomunicaciones.

La tecnología 5G es velocidad, mucha velocidad: sus 10 gigavatios multiplican por diez la capacidad del actual 4G. Pero es mucho más: bajo tiempo de reacción, de los 50 milisegundos actuales a solo uno. Y es, sobre todo, conectividad. Hasta ahora el concepto aludía a un móvil o un ordenador. El 5G interconectará a 100.000 personas o cosas, es decir, hogares, hospitales, fábricas o coches, por hacer la lista corta.

Otros ejemplos apuntados esta semana en la Mobile World Congress Shanghái 2015: la conducción automática fiable con información instantánea de los imprevistos en la carretera o el aprovechamiento del 20% del agua que hoy se malgasta. Pero ni siquiera los responsables aciertan a decir para qué más servirá porque abre un campo de posibilidades tan amplio que sólo el tiempo perfilará. "Es una revolución", asegura Ken Hu, presidente ejecutivo rotatorio de Huawei, el gigante chino de telecomunicaciones.

Pero Hu también alerta del camino pedregoso: el éxito del 5G no está solo en manos de las compañías de telecomunicaciones sino que requiere de la implicación de otros sectores económicos, como el sanitario o el automovilístico, al tratarse de una tecnología transversal.

"Esperamos establecer plataformas formales de colaboración de industrias para explorar futuras necesidades, escenarios de aplicación y estándares técnicos", añade el alto ejecutivo de Huawei. También exige más infraestructuras y, especialmente, que los gobiernos liberen más espectro de banda. Y para ello es necesario antes convencerlos de que el 5G beneficiará a la sociedad y no solo a las empresas de telecomunicaciones.

En esa fase primeriza se encuentra el 5G, con la industria debatiendo estándares y convenciendo de sus virtudes al mundo cuando falta un lustro aún para su aplicación y el 4G, que debutó en 2009, aún no funciona en vastas partes del mundo. En el 2018 se practicarán las primeras pruebas de largo alcance en los Mundiales de Fútbol que organizará Rusia, si la FIFA no dispone lo contrario, con los miles de espectadores de sus estadios.

Es una iniciativa de Huawei, una de las compañías que empujan el proyecto con más brío desde que empezara a investigar en el 2009. Hoy destina 500 expertos, habrá invertido 550 millones de euros en el 2018 y ha firmado acuerdos de investigación con 20 universidades de todo el mundo, Harvard incluida. Como aseguran en la empresa, el futuro está en el 5G y quien se quede fuera está condenado al fracaso.