Es un recurso típico para crear tensión. Lo hemos visto en el cine. Un buen ejemplo es Tiburón: Steven Spielberg mostraba el tránsito subterráneo y amenazador del escualo mientras los ignorantes bañistas chapoteaban felizmente. Llevado a otro extremo, la geobiología (que estudia la efecto del ambiente físicoquímico de la Tierra sobre los seres vivos y es considerada una pseudociencia por muchos expertos) asegura que es muy peligroso dormir sobre corrientes subterráneas. Pero pretendamos que esta teoría tiene razón y apliquémosla a los mercados. Los inversores serían entonces los bañistas. Lo que no está claro es si la amenaza que se mueve bajo sus pies es real o, mejor dicho, se llegará a plasmar.

El acuerdo entre Grecia y sus socios del euro es el motivo de su regocijo. Los últimos avances --con la aprobación del Parlamento heleno de los recortes pactados y el desbloqueo por parte del Eurogrupo de 7.000 millones de euros-- inundaron ayer los parquets de alegría compradora. Sin embargo, las declaraciones del ministro de Finanzas alemán (partidario de una salida temporal de Grecia del euro) y la réplica del presidente del BCE (trabaja con el único escenario de que el país siga en la moneda única) dejaron un halo de inquietud subterránea. Pero quedó para otro día. El Ibex 35 subió el 1,54%, a los 11.510,6 puntos, con lo que ha ascendido el 11,2% en siete sesiones, mientras que la prima de riesgo se relajó hasta 114 puntos básicos.