El cierre del grifo del crédito durante los años de plomo de la crisis es una de las principales razones de la reciente debacle económica. La mejora de las perspectivas que ha traído consigo la recuperación y la abundancia de liquidez y el abaratamiento de la financiación bancaria impulsadas por el Banco Central Europeo (BCE) han dado la vuelta a la situación y los préstamos comienzan a concederse con mayor fluidez.

Los nuevos préstamos crecieron el año pasado el 23,5% en hipotecas, el 18,6% en financiación de consumo y el 8,6% en pymes, aunque cayeron el 19% en grandes empresas porque los mercados mayoristas se les han vuelto a abrir y pueden financiarse directamente mediante emisiones de deuda. Los incrementos se han acelerado en este comienzo de año, según se desprende de los resultados que están presentando estos días los principales bancos.

En saldo, sin embargo, todavía se están produciendo caídas porque los créditos que se amortizan son más voluminosos que los nuevos que se dan ya que proceden de años de mayor bonanza. En marzo, así, se produjo un descenso del 4,2% en hipotecas (hasta los 574.274 millones), del 7,3% en consumo (55.790 millones), del 1,1% en el resto de préstamos a hogares (98.431 millones) y del 8,5% en el conjunto de empresas (540.183 millones).

INCREMENTO DE SALDO El ritmo de caída tanto en hogares como en empresas, en cualquier caso, se va moderando. Los banqueros, de hecho, auguran que a medio plazo --unos lo sitúan a finales de este ejercicio, otros ya en el 2016-- el saldo vuelva a crecer. Algunas entidades, como el Santander, prevén incluso incrementar su estoc este mismo ejercicio. También el BBVA, cuyo consejero delegado, Angel Cano, auguró ayer una caída de entre el 1% y el 2% para el conjunto del sector en el ejercicio pero un incremento del 1,5% para su entidad, centrado --como en el caso de sus competidores-- en las pymes, las empresas y el consumo.

La buena noticia de la recuperación de la financiación, sin embargo, tiene un reverso negativo: los bajos tipos con el que BCE ha logrado desatascar el crédito provocan que las entidades hayan perdido rentabilidad y, para recuperarla, se estén lanzando a dar préstamos rebajando garantías, condiciones o precios. Una situación que puede llegar a ser peligrosa: hay quien asegura, como el presidente del BBVA, que, de mantenerse la tendencia, podría generarse una nueva burbuja.

"Se pueden dar mucho más créditos que hace tres años por la mejora económica. Pero la relajación de los criterios de riesgo es siempre una amenaza. No hoy ni mañana, pero si se mantienen los tipos bajos existe el riesgo y las autoridades lo han advertido", mantenía hace unos días Gonzalo Gortázar, de CaixaBank.

Ya se han producido algunas operaciones puntuales a pérdidas (con tipos que no cubren los costes de financiación, servicio y riesgo que asumen las entidades al dar el crédito). "No se han extendido masivamente por la industria, pero es un aviso a navegantes", advirtió ayer Cano, el consejero delegado del BBVA.

El Banco Central Europeo (BCE) ha tomado cartas en el asunto y va a pedir a los consejeros que sean "conscientes de la política de precios de sus entidades y de los posibles efectos que puedan tener", revelan fuentes del sector. "El supervisor podrá exigir responsabilidades a los administradores antes de un posible rescate", explican.

Joaquín Maudos, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia e investigador del Ivie, explica que "los diferenciales respecto al euríbor no son tan bajos como para afirmar que el crédito no es rentable". Maudos añade que si, además, la mora sigue cayendo, es "normal" que bajen. "Si la competencia es muy intensa es cierto que los bancos que no estén en buenas condiciones de solvencia y eficiencia, si bajan los diferenciales para no perder cuota, asumen riesgos excesivos. Pero eso no se aplica a otros bancos que pueden reducir márgenes si ganan eficiencia. En cualquier caso, en situaciones de competencia siempre salen perdiendo los más débiles", apunta.