El Gobierno actualizará la previsión de crecimiento de la economía para este año y el próximo en el Plan de Estabilidad Presupuestaria que prevé aprobar este jueves. La previsión inicial de crecimiento para el 2015, del 2%, podría quedar situada en entre el 2,5% y el 3% (seguramente más cerca del 3% que del 2,5%) y lo mismo para el 2016.

El ministro de Economía, Luis de Guindos, dijo el pasado jueves que los datos de empleo hacen pensar que "la economía española ha entrado en el año 2015 con un crecimiento superior al 3%", si bien apostó por la "prudencia" al respecto. El indicador sintético de actividad económica que prevé publicar hoy Economía apunta que el PIB creció a una tasa cercana al 3% en el primer trimestre. Según el Banco de España, el PIB crecerá el 2,8% este año y el 2,7% el próximo.

Poner una cifra u otra en el nuevo cuatro macroeconómico no es baladí. De ello depende no solo que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, pueda acudir a las elecciones generales afirmando que España es el país de la zona euro que más crecerá este año, tras Irlanda. Lo más importante es que, dependiendo de la proyección de crecimiento económico hasta el 2018 que se incluya en el Plan de Estabilidad, la necesidad de acometer nuevos recortes del gasto público será una u otra. Y eso es crucial en un año electoral.

"Las previsiones de crecimiento condicionarán el tipo de ajuste de los próximos años", afirma el economista jefe para Economías Desarrolladas de BBVA Research, Rafael Doménech. Cuanto más crece la economía y el empleo, más se ingresa por impuestos y menos se gasta en prestaciones por desempleo. Además, como el objetivo de déficit se mide como porcentaje del PIB, cuanto mayor es este más se diluye aquel (efecto denominador). Con crecimientos de la economía en el entorno del 3% la reducción del déficit público del 2016 podría completarse por sí sola, sin ajustes adicionales, por la propia inercia del ciclo económico y de los ingresos, valora Doménech.

BAJAR IMPUESTOS Siendo así, el presidente Rajoy podría abordar sus mensajes electorales sin necesidad de tener que hablar de nuevos tijeretazos en la próxima legislatura. Un amplio sector del PP acaricia, incluso, la idea de incluir nuevas rebajas de impuestos en el programa electoral. De momento el Gobierno espera la ocasión para anunciar una primera rebaja: la del IVA cultural, del 21% al 10%.

Desde el Gobierno, el secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ferre, se ha comprometido a volver a bajar los impuestos si la recaudación crece tanto que la presión fiscal supera el 38% o el 39% del PIB. En el 2014, el peso de los recursos sobre el PIB ya rozó el 38% (37,77% del PIB). Y el director de la Oficina Económica del Presidente, Alvaro Nadal, afirmó hace unas semanas que "no son descartables sorpresas positivas" sobre una rebaja adicional de impuestos después de que en el 2014 la recaudación impositiva creciera el 3,6%.

El déficit del conjunto de las administraciones debería situarse al finalizar el 2015 en el 4,2% del PIB y bajar al 2,8% en el 2016. Suponiendo que, en contra de lo que opina la mayor parte de los servicios de estudios, se cumpliera el objetivo del 2015, haría falta un ajuste adicional de 1,4 puntos de PIB para el 2016 (unos 15.200 millones).

Según la fundación de las cajas de ahorros Funcas, cada punto de crecimiento adicional de PIB se traduce en unas 6 décimas de menor déficit por el simple juego de los llamados estabilizadores automáticos: más ingresos ligados al crecimiento económico y menos gasto en desempleo por la disminución del paro.

Los cálculos del servicio de estudios BBVA Research van en igual dirección, aunque Rafael Doménech prefiere tomar en cuenta la evolución del empleo. Según sus cálculos, cada punto que cae la tasa de paro ahorra 0,75 puntos de PIB de déficit. Esperar una mejora del ciclo que incluso permita hablar de nuevas rebajas de impuestos que reduzcan los ingresos públicos sobre el PIB resulta excesivo para este economista.