"A la verdad se llega no sólo por la razón, sino también por el corazón". La cita es del intelectual francés del siglo XVII Blaise Pascal, que se dedicó primero a las matemáticas y la física y, después, a la filosofía y la escritura. Quizás a la luz de esa primera frase se entienda mejor esta segunda, más conocida: "El corazón tiene razones que la razón no entiende".

En algunas ocasiones, no demasiadas, quienes se dedican a explicar las idas y venidas de los mercados sienten la tentación de pronunciar esta segunda máxima, sustituyendo el sustantivo corazón por el más prosaico inversor. Ayer fue uno de esos días. Los índices de actividad industrial y de servicios de la eurozona de abril estuvieron por debajo de las expectativas, sobre todo debido al freno de la actividad en Alemania. Los datos de China se situaron en su peor nivel en un año. También decepcionaron los de EEUU, así como la petición de subsidios del desempleo y la venta de viviendas en el país. El Reino Unido registró una caída inesperada de las ventas minoristas. Y Peter Praet, del BCE, aseguró que las previsiones de inflación se acercan al objetivo del 2% cerca del 2017, alejando la posibilidad de una extensión extraordinaria del programa de compra de deuda.

Pese a todo ello, el Ibex 35 se dio la vuelta a última hora y subió un 0,23%, a 11.425,8 puntos, con la prima de riesgo en 120 puntos básicos. Un alza poco razonable pero, en realidad, escasamente significativa.