La Sareb sigue sin ser una compañía normal. No lo era desde su inicio: acoge los multimillonarios activos inmobiliarios tóxicos de la banca nacionalizada y el Estado es su principal dueño (45%). Pero tampoco lo es hoy; más de dos años después de su creación, todavía no tiene un marco contable para realizar sus cuentas por la lentitud del Banco de España en aprobarlo. Esta es una de las razones que explican que las pérdidas de la firma se disparasen el año pasado a 585,66 millones de euros, más del doble de las del 2013, su primer año de actividad (260,53 millones).

Al no haber una norma contable estable que aplicar a las cuentas de cada ejercicio, el supervisor le ha obligado discrecionalmente los dos últimos a realizar saneamientos extraordinarios para aflorar pérdidas latentes en su balance. En el 2013, fueron 259 millones en provisiones por unos préstamos participativos. Y en el 2014, el impacto se ha elevado a 719 millones: 91 millones por el mismo concepto que en el año anterior y 628 millones para cubrir créditos sin garantía real e impagados de empresas en concurso.

"Sin ello, el resultado sería más boyante", aseguró ayer Jaime Echegoyen, presidente de la entidad desde la dimisión de Belén Romana, que había sido aupada al puesto por el ministro Luis de Guindos. Sin las provisiones, la firma hubiera perdido 45 millones. Pero también hay que subrayar que si no hubiera sido por las ventajas fiscales (pago diferido de impuestos a cargo de beneficios futuros) sus pérdidas hubieran sido de 781 millones de euros.

Lo cierto es que las provisiones que le obliga a hacer el Banco de España --y que previsiblemente le seguirá obligando a realizar cuando apruebe la circular contable, ahora en trámite de consulta en el Consejo de Estado, pero cuyo borrador recoge la obligación de poner los activos a precios de mercado-- han echado por tierra los planes iniciales de la Sareb. En el mes de marzo del año 2013, de hecho, preveía obtener un modesto beneficio en el 2014.

POR ENCIMA DEL 0% Sus gestores, además, reconocieron ayer que --como se sospechaba-- no lograrán dar a sus accionistas (incluido el Estado) el 14% de rentabilidad prometido inicialmente basándose en un "escenario conservador", según se dijo entonces. Esa previsión, argumentaron, era un "bosquejo" y ahora manejan proyecciones más "prudentes" de dar "alguna rentabilidad" y devolver el capital. "Decir más sería tener una bola de cristal", según manifestó ayer Echegoyen.

Pese a esta situación y a que las pérdidas deterioran el capital, el ejecutivo aseguró que no habrá ampliaciones del mismo, afirmó que ninguno de los socios le ha dicho que quiera salir y añadió que incluso reciben preguntas de inversores sobre si podrían entrar. "No se si son genuinas o no", admitió.