Ayer era viernes, fin de semana y de mes, lo que realmente sirve a los mercados financieros globales para analizar si era una buena jornada para comprar o vender, sin ningún rastro de gangas. Eso quedaba para el gregarismo comercial, capaz de adoptar un sintagma inglés mal interpretado para reclamar la atención de los consumidores navideños antes de tiempo. Otro éxito del poder blando que se ejerce desde EEUU y cuyo mayor poder es que sus destinatarios no se enteren. Para los incautos que imaginaban que en Wall Street estaban de puente largo, quede constancia que ayer hubo cotizaciones en el área del dólar. Eso sí, rebajadas en el tiempo de actividad, no en precios.

Todos los mercados, coordinados también ayer con lo que se opinara desde Nueva York, actuaron con una orientación similar. Primero, satisfechos de la acumulación de ganancias en la semana y en el mes. Más de un 2% de incrementos en promedio, sea en la próspera (en términos de crecimiento del PIB del país, no de la renta de cada ciudadano) América de Obama, sea en los mercados europeos. Estos últimos crecían en precios de renta variable por el consenso de que la semana próxima será decisiva para que el BCE anuncie nuevos estímulos para el 2015. La baja inflación de la eurozona, ayuda.

Este panorama no podía ocultar lo que realmente inquieta a todas las economías avanzadas: que el precio del petróleo sigue cayendo, augura inminentes crisis en Oriente Medio.

El Ibex 35 ganó un 0,40%, hasta los 10.770 puntos.