Se puede expresar de muchas maneras. Elegantemente, por ejemplo, apelando al yin y al yang, esos conceptos opuestos y complementarios que según el taoismo están en todo. Representan un juego de opuestos (tierra/cielo, oscuridad/luz, pasividad/acción,...) cuyas existencias dependen de la del otro.

O se puede expresar de forma más sencilla: es como el duo de poli bueno/poli malo de ciertas película de acción. Solo que en este caso no está claro que sus diferencias estén solo en las formas, sino también en el fondo. Es la sensación que suelen dejar en el mercado los en no pocas ocasiones contradictorios mensajes lanzados por Mario Draghi, presidente del BCE, y Jen Weidmann, responsable del banco central de Alemania.

Los mercados siguieron ayer bajo el influjo del primero, que provocó una oleada de ánimos compradores al dar por sentado que el BCE comprará deuda pública. El segundo, en cambio, aseguró ayer en Madrid que la decisión no está tomada y advirtió que "esperar que el crecimiento venga del banco central es esperar demasiado".

Así las cosas, el devenir de las bolsas depende de a quién hagan más caso los inversores, que ayer solo hicieron oídos al primero, apoyados además en un buen dato de confianza empresarial germana. El Ibex subió el 1,16%, a 10.642 puntos, y la prima bajó a los 119 puntos básicos y después de que el interés del bono bajará del 2% por vez primera.