La debilidad de la recuperación económica y los remedios para convertirla en firme tienen hoy cita en el recóndito paraje de Jackson Hole (Wyoming (EEUU), que poco a poco ha conseguido ser tan conocido en agosto como Davos (Suiza) en enero. Un encuentro informal iniciado a principios de los años 80 del siglo pasado pero que ya es referencia habitual en los mercados financieros porque desde sus inicios cuenta con la presencia de responsables de bancos emisores de todo el mundo.

Para hoy está prevista la intervención del Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos (la Fed) y de Mario Dragui, presidente del Banco Central Europeo (BCE). El renovado interés de los mercados financieros por conocer sus opiniones se debe a que en sus últimas comparecencias para justificar si iban a mantener o no los tipos de interés, no despejaron las dudas de los especuladores de bolsa, que siguen aferrados al principio de que el precio del dinero es el factor determinante para conocer la marcha de la economía mundial. Y si los dos bancos centrales mantienen bajo mínimos los tipos de interés con los que prestan a sus gobiernos y a los bancos privados (entre el 0% y el 25% a ambos lados del Atlántico) es porque no acaban de ver claro que la deseada recuperación económica de Occidente sea tan real como duradera.

EL EMPLEO EN EEUU Yellen se estrena hoy en Jackson Hole. Lo hace un año después de que su predecesor, Ben Bernanke, diera calabazas a los organizadores del simposio --que es informal, no consta en ninguna agenda oficial-- y no acudiera para dar su esperado mensaje de despedida anticipado.

Por contra, la presidenta de la Fed acude al elitista complejo hotelero de Jackson Hole --puerta de los parques nacionales de Grand Teton y Yellowstone-- pertrechada con la difusión, el pasado miércoles, de las actas de la reunión de la Fed en julio, en la que se decidió mantener los tipos de interés hasta que la recuperación del mercado de trabajo, crear empleo en Estados Unidos, no sea solo un síntoma coyuntural.

Por su parte, Draghi podría dar alguna señal más explícita de la que ha enviado en sus últimos comunicados, también ambiguos, en cuanto a dar por acabada la facilidad de crédito a los bancos para recuperar la actividad económica. En su favor puede actuar que ayer se conocieran algunos datos adelantados de la marcha de la economía alemana y que son más alentadores de los que se manejaban las últimas semanas: es probable que la inesperada contracción del PIB alemán a finales del segundo trimestre haya sido solo pasajero.

Dos precedentes del simposio de Jackson Hole --lo promovió en 1978 el gobernador del banco central de Kansas City, Roger Guffey-- sí merecen constar en sus anales por su trascendencia posterior. En el 2012, Bern Bernake, presidente de la Fed, anticipó que los apoyos públicos a los bancos empezaban a declinar. El otro, más que memorable: en 1995, Raghuram Rajan, entonces economista jefe del FMI --su jefe era Rodrigo Rato-- y hoy nuevo gobernador del Banco Central de la India, anunció que dos años después habría cataclismo bursátil. No le hicieron caso. Ambos hitos son los que han alimentado la leyenda de Jackson Hole.