Los inversores saben que algo gordo, o quizá no, se está cociendo en las relaciones internacionales y que, en consecuencia, tendrá sus efectos en la gestión de las carteras de inversión global. El viernes abandonaron sus pupitres de operaciones cerradas y pendientes para el lunes en posiciones abiertas a vender más que a comprar. Ayer eligieron seguir esperando a que haya acontecimientos dignos de mover a fondo las posiciones que apenas varían unas décimas cada mes. Pues tampoco fue la ocasión.

Ante la incertidumbre reiterada, los operadores de renta variable aplicaron el principio de dejar pasar el tiempo, consumirlo sin apenas timar posiciones que marcaran tendencia. En los principales mercados europeos hubo posiciones compradoras pese a que la crisis de Ucrania echara ya el aliento sobre los castigos a las inversiones del déspota Putin. Por su parte, Wall Street también eligió cotizar al alza amparándose en lo bien que van las operaciones de fusión de grandes compañías, en este caso las farmacéuticas Pfizer y AstraZeneca, una británica y la otra estadounidense. También ayudó que la solicitud de hipotecas en EEUU sigue una senda de recuperación sostenida.

Las bolsas europeas recuperaron un cuarto de punto respecto al cierre del viernes. La española, algo menos, solo el 0,14%, para dejar al índice en los 10.320 puntos. En esta limitada variación pesaron los magros resultados trimestrales de las grandes empresas del Ibex 35. Para hoy está previsto que la tendencia la marque la presentación de resultados que hace el Santander.