Acusado de no haber sabido gestionar la situación de los bancos antes y después de la crisis, y de no ser capaz de controlar la huida de capitales previa y durante el corralito, el Banco Central de Chipre es la institución que más críticas está recibiendo en los últimos días.

Sorprende que en Chipre pocos dirigen las culpas de la situación actual a su Gobierno, a pesar de que fue el primero en solicitar que la contribución chipriota al rescate se hiciese mediante una tasa a todos los depósitos, sino siempre a "fuerzas externas", como la troika, Alemania o la Unión Europea.

El argumentario nacionalista no es de extrañar si se tiene en cuenta la historia chipriota: excolonia del Reino Unido que sólo es independiente desde 1960 y en cuya Constitución aún aparecen como garantes de la isla la antigua metrópolis -mantiene dos inmensas bases soberanas en el país- junto a Grecia -dispone de un contingente militar estacionado en la isla- y Turquía, país que ocupa el tercio norte de la isla desde 1974.

Sólo un alto dirigente ha quedado fuera de esa cierta amnistía concedida por los ciudadanos de Chipre a sus autoridades: el gobernador del Banco Central, Panikos Dimitriadis.

En un duro editorial titulado "Nuestro inepto gobernador del Banco Central debe irse", el diario Cyprus Mail ha exigido al Gobierno el despido de Dimitriadis: "Un hombre que ha causado tales daños al país, por accidente o a propósito, no puede permanecer en un puesto para el que se ha probado incapaz".

Dimitriadis, de 54 años y profesor de la Universidad de Leicester (Inglaterra) hasta su elección como gobernador por el anterior Gobierno del comunista Dimitris Jristofias, es según este diario "un académico novato con un entendimiento limitado y sin conocimientos prácticos del sistema bancario".

Una de las críticas que más se le hacen a Dimitriadis es haber permitido un flujo incontrolado de dinero del Banco Central Europeo (BCE) al Banco Popular (Laiki), intervenido por el Estado desde el año pasado y que ahora deberá ser liquidado.

Desde que Dimitriadis accedió a su cargo en abril de 2012 hasta hoy, la deuda del Laiki con el mecanismo de provisión de liquidez de emergencia (ELA) del BCE ha pasado de 3.800 a 9.200 millones de euros (más de la mitad del total de depósitos del banco) lo que ha contribuido a llevarlo a la práctica bancarrota.

En los últimos días también los empleados de banca se han sumado a los que piden la cabeza del gobernador por lo que consideran una mala gestión de la reestructuración bancaria, que redundará en la pérdida de puestos de trabajo.

Lo cierto es que las relaciones entre el Gobierno del conservador Nikos Anastasiadis y el gobernador del Banco Central durante los últimos días han sido todo menos fluidas, como puso de relieve la sucesión de órdenes y contraórdenes sobre el día y el modo en que reabrirán los bancos tras el corralito.

En un discurso el lunes tras su regreso de la reunión del Eurogrupo, Anastasiadis dijo entender la ira de los ciudadanos y anunció la creación de una comisión de investigación judicial "con un mandato claro y amplio" para depurar las responsabilidades de los que han llevado a la crisis.

Uno de los asuntos que más enfada a los chipriotas son las filtraciones y rumores de que personas con contactos entre la elite habrían retirado su dinero de sus cuentas en las semanas previas al corralito, por lo que hoy una comisión parlamentaria dirigió una petición al Banco Central de Chipre (BCC) para que envíe a la cámara una lista con los nombres de dichas personas.

De acuerdo a los datos del propio BCC, el pasado enero 1.500 millones de euros huyeron del sistema bancario chipriota y, aunque no se sabe con exactitud cuánto voló después, una fuente bancaria aseguró a Efe que el monto perdido en febrero "es superior" al de enero.

Un indicio inquietante es que en las semanas previas al corralito, el banco central comenzó a solicitar al BCE más dinero del que, según sus informes a la autoridad financiera europea, se estaba retirando del sistema oficialmente.

Según publicaron hoy medios chipriotas, incluso durante el corralito se continuó sacando dinero del sistema bancario por otros medios que no eran los cajeros automáticos -que funcionaban con restricciones- gracias a diversos "trucos" financieros, como la solicitud de liquidez para empresas o transferencias para cuestiones humanitarias.

Sin embargo, ni el Banco Central de Chipre ni el BCE han querido dar datos sobre cuánto dinero se ha retirado en total durante los ya 11 días en que los bancos han permanecido cerrados.