El Gobierno chipriota negociaba anoche desesperadamente con sus socios europeos para intentar limitar al máximo el coste de su contribución nacional al rescate de la isla y para intentar preservar al máximo su modelo bancario de paraíso fiscal. El presidente de Chipre, Nikos Anastasiades, se desplazó personalmente a Bruselas para participar en las negociaciones, ante el riesgo de que el país se vea obligado a abandonar el euro si no llega a un acuerdo sobre el rescate con la UE y el FMI antes de mañana.

El BCE ha anunciado que sólo garantiza hasta hoy la ayuda de liquidez de emergencia que mantiene en funcionamiento a los dos principales bancos --Chipre y Laiki-- que se encuentran en situación de quiebra y cuyos activos sumados equivalen al 3,7 veces el producto interior bruto (PIB) del país. El colapso de ambos arrastraría al sector financiero y al propio país a la quiebra, por lo que no le quedaría más remedio que abandonar el euro.

REUNION RETRASADA El inicio de la reunión del Eurogrupo se retrasó varias horas, debido a la prolongación de las negociaciones previas de Anastasiades con el presidente de la UE, Herman Van Rompuy, el presidente del BCE, Mario Draghi, el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, el comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, y la directora del FMI, Christine Lagarde.

Frente a la oposición de Anastasiades a aceptar sacrificios suficientes, la UE y el FMI insistieron en que Chipre debe obtener los acordados 5.800 millones de fondos de la propia banca para costear su saneamiento y que debe reducir a menos de la mitad el sector bancario. El retraso de una semana en el rescate, debido a las maniobras dilatorias de Chipre, va a elevar la factura de la contribución chipriota, porque la situación se ha deteriorado mucho y eso requerirá una mayor inyección de fondos para salvar la isla y su banca, según fuentes europeas.

El coste del saneamiento de la banca y de las cuentas públicas se estimó inicialmente en 17.500 millones, pero la UE y el FMI ya indicaron el 16 de marzo que la ayuda internacional estará limitada a 10.000 millones (el 56% del PIB del país) para evitar que el endeudamiento público se dispare a unos niveles astronómicos inmanejables. El resto debe aportarlo Chipre mediante los citados 5.800 millones de la banca, 1.400 millones de las quitas en la deuda subordinada bancaria y subidas de impuestos y privatizaciones.

Aunque el Gobierno expresó su disposición a aceptar a regañadientes una tasa sobre los grandes depósitos bancarios de