Rusia reaccionó ayer con gran nerviosismo a la decisión tomada por la Unión Europea de imponer un impuesto a los depósitos bancarios en Chipre como parte de un plan de rescate. El presidente ruso, Vladimir Putin, y el primer ministro, Dmitri Medvédev, condenaron casi simultáneamente esa medida que afecta a unos 40.000 rusos que guardan sus capitales en ese paraíso fiscal.

Putin calificó la iniciativa como "injusta, peligrosa y no profesional" en una reunión extraordinaria de su administración dedicada la crisis de la eurozona. "Eso parece una simple confiscación de dinero ajeno", dijo Medvédev. El primer ministro comparó el impuesto a los depósitos con la práctica que existía "en la época soviética, cuando cambiaban el dinero con un coeficiente", en referencia a las reformas monetarias que se llevaron a cabo en la URSS.

El ministro de Finanzas, Antón Siluánov, avisó que Moscú podría rechazar la petición de Chipre de suavizar las condiciones de un crédito de 2.000 millones de euros si la quita entra en vigor. El ministro de Finanzas chipriota visitará Moscú el miércoles para negociar los nuevos términos del préstamo.

A los depositantes rusos les corresponde más de una quinta parte de todos los depósitos en los bancos de Chipre. La medida no solo les costaría unos 2.000 millones, sino también pondría en peligro el complejo sistema de transacciones usado por numerosas compañías rusas que tiene como punto final los bancos de Chipre con el fin de evitar impuestos. D.P.