Término náutico que tiene amplio uso en embarcaciones de recreo, aunque también en las de gran calado: garrear es el efecto que hace el ancla cuando se arrastra por el fondo del mar. Parte del símil de la garra de un felino cuando no puede asirse seguro a un árbol y empieza a deslizarse. Las causas de garreo pueden ser tanto porque el fondo es duro y liso o porque es blando y arenoso. En ambas circunstancias el barco no queda fijado, aunque se desliza con pesadez. Decían ayer los comentaristas del mercado hispano que el Ibex no podía avanzar porque el sector bancario lo mantenía anclado. Pese a ello, las cotizaciones garrearon toda la jornada, aunque al final el saldo fue negativo.

Hay consenso general de que los valores bancarios de la bolsa española están más débiles de lo que aparenta su cotización. Algunos operadores sugieren, con esta excusa, que para fijar en zona más firme la cotización de los valores financieros se vuelvan a autorizar las operaciones a corto, el reino de los especuladores que detectan el cambio de viento e milésimas de segundo, con las anclas recogidas sobre la cubierta. En Grecia ya se podía operar desde ayer a corto, pero con la exclusión, no por azar, del sector financiero. Un buen aviso de lo que podría suceder en España. Tampoco ayudó a la buena singladura de los mercados la incertidumbre de cómo se resolverá la reunión de la Reserva Federal de EEUU, que acaba hoy. La confianza de los consumidores de EEUU tampoco mejora.

El Ibex 35, finalmente, cedió un 0,34%, dejando el índice en los 8.643 puntos.