Cuando España tenía la mejor televisión española, por ser única, fue un fenómeno de la época una meteoróloga que se llamaba Pilar Sanjurjo, de origen gallego, y autora de una de las frases más memorables en la historia de las predicciones: "Mañana casi no lloverá en toda España". Imposible de reprochar, lloviera o no. El casi era el todo. Del saldo de los mercados de renta variable de ayer se puede deducir un pronóstico semejante. La mayoría de analistas hablaban de que habían tenido una jornada plana en la mayoría de parquets, pese a que en algunos la tinta roja marcaba los índices del cierre. O sea, en España llovía un poco, pero casi ni se notó.

Pero con mayor atención a los mapas, se podía intuir que la borrasca que se acerca puede trocarse en chaparrón si los vientos políticos no desvían a tiempo la descarga. Prueba de ello es que reapareció la palabra rescate. En forma de pregunta, ¿ya no es necesario? La respuesta era casi. ¿Es conveniente? La respuesta es un poco más que casi, o sea, que sigue lloviendo. La incertidumbre más generosa es prever que el Gobierno no lo va a pedir. Pero, ¿y si el mercado lo vuelve a forzar? El síntoma más inquietante es que ayer los especuladores, reclamaban el fin de la prohibición de operar a corto, es decir, vender a la baja lo que no se tiene para recomprarlo una vez caído. Destinatarios, algunos bancos españoles, vistos los resultados que se conocen y los nuevos apuros para prestar.

La sesión acabó plana pero inclinada hacia las pérdidas: el Ibex 35 dejó un 0,60% y se quedó en los 8.672,50 puntos.