El Delfos del siglo XXI se ha trasladado de Grecia a Suiza desde hace años. En Davos es donde se consultan todas las predicciones para el año. La fiabilidad, al gusto de cada cual. Como referencia, las propuestas de enero del 2007, a medio año del inicio de la crisis. Los grandes operadores aseguraban que el mercado era perfecto, que sabía equilibrarse y que los derivados y otros artilugios de moda no ponían en riesgo la euforia reinante. Solo una voz discrepante, un por entonces poco conocido Nuriel Rubini, quien había pronosticado la catástrofe inminente y ganó luego mucho dinero con sus libros y consejos. ¿Y este año? Lo más destacado es que el consejero de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, afirmó ayer en Davos que "el momento de crisis ha terminado". Y ya se sabe que en el poderoso Goldman Sachs se llegó a decir hace unos años que "hacían el trabajo de Dios". Eso sí, advierten que el mal no ha desaparecido del todo.

Ayudó en esta percepción de que hay cambio de clima el presidente del BCE, Mario Draghi, que también en la montaña mágica helvética transmitió la sensación de que tenía motivos para estar esperanzado en la lucha por estabilizar la zona euro. En la misma línea, la divulgación de nuevos aires de confianza en Alemania y los mensajes de Wall Street de que el dinero inversor sigue fluyendo con firmeza en los mercados, contribuyeron a cerrar una semana alcista en toda Europa. El Ibex 35 subió un 0,68% y dejó el índice para el lunes en los 8.724,60 puntos, con el sector bancario en el centro de las especulaciones.