Un foro de debate anglosajón resumió el lunes, pese a ser fiesta en EEUU, la jornada bursátil con una cita del novelista Henry Miller: "Confusión es la palabra que nos hemos inventado para describir lo que no entendemos". El autor de Trópico de Cáncer debía de tener muchos seguidores en corros españoles, porque ayer el vocablo ya se convirtió en enfermedad y otro analista, español, aseguró que "operadores y gestores de fondos padecen de confusionitis". Es decir, la jornada de cotizaciones se movió en términos poco explicables para un experto bursátil.

La causa ha de encontrarse, sobre todo, en la contradicción entre el goteo de datos negativos sobre las perspectivas macroeconómicas para España y la entrada sólida de capitales hacia las emisiones españolas de deuda o de renta variable. Ayer se supo, por ejemplo, que el FMI sigue revisando a la baja las perspectivas para la economía española. Y también, del otro lado del Atlántico, que las perspectivas de alcanzar un acuerdo sobre el techo de deuda de EEUU siguen brillando por su ausencia. Y, sin embargo, los mercados se resisten a reflejarlo en toda su hondura en los índices diarios, aunque en las últimas sesiones se van cediendo posiciones en dosis muy pequeñas.

Con tan pocas ganas de marcar tendencias definidas, el Ibex 35 retrocedió ayer un 0,22% y dejó el índice en los 8.613 puntos. Los valores que registraron mejores alzas fueron Gas Natural, Abertis y Grífols, mientras los bancarios tuvieron retrocesos a la espera de que publiquen sus resultados.