Esplín es una de esas palabras curiosas. Viene del inglés, en la que significa "bazo" y también "rencor" o "desprecio". Pero en castellano tiene una acepción bien distinta. Expresa "melancolía, tedio de vida" y era un concepto muy querido por los poetas malditos franceses. Charles Baudelaire, por ejemplo, de quien se publicó póstumamente su maravilloso libro de prosa poética El esplín de Paris . "Bueno es decir alguna vez a los venturosos de este mundo, aunque sólo sea para humillar un instante su orgullo necio, que hay venturas superiores a la suya, más vastas y más refinadas", se lee en esa obra.

Viene bien recordarlo para relatar lo que ha pasado esta semana en los mercados. Parece que la euforia del comienzo del año ha dado paso a una cierta melancolía, ante la amenaza de que tanta alegría compradora no estuviera bien fundamentada. Los venturosos inversores, así, han preferido tirar de las riendas para frenar el paso ante los reiterados avisos de que estaban cabalgando demasiado rápido. La prueba es que ni los buenos datos macroeconómicos de China de ayer (ha roto con dos años de desaceleración) sirvieron para animarles a retomar la marcha.

El Ibex 35 acabó la sesión con una caída del 0,29%, hasta los 8.604,3 puntos, con lo que cierra la semana con un descenso del 0,7%. La prima de riesgo cerró en los 352 puntos básicos. Punto de inflexión para el ánimo de los inversores. A ver cómo evoluciona.