En castellano se entiende mejor. Pero el título hace alusión a la canción de la vocalista británica Adele, Turning table. Se trata de una expresión muy british que refleja un giro inesperado en una situación en la que la prevalencia de un lado se impone sobre la del otro. Tratándose de la bolsa, digamos que las ganancias han emergido a la superficie, tras largos meses de incertidumbre y de pérdidas. Se ha girado, por fin, la tortilla, y el mercado apunta a subidas con mayor precisión que en cualquier otro momento de los últimos meses, diríamos años, incluso.

Tres acontecimientos recientes parecen dar la razón a quienes piensan que los pasos que se han dado para superar la crisis del euro pueden dar fruto de forma definitiva. El primero fue el anuncio de Mario Draghi de que el BCE podría comprar deuda de los países con problemas si estos lo solicitan. El segundo ha sido la aprobación por parte del Tribunal Constitucional alemán del mecanismo de rescate de la UE. Y finalmente la Reserva Federal ha sacado a la palestra su tercera facilidad cuantitativa (QE3) para reactivar la economía de EEUU.

El resultado de todo ello apunta a que la luz que se ve al final del túnel no es la del tren que viene de cara, sino que efectivamente hay salida. Y el mercado ha decidido celebrarlo con compras. En buena parte, porque el grueso de los inversores institucionales estaban cortos de bolsa y se ven obligados a rehacer posiciones progresivamente ante nuevas perspectivas de ascensos. Pero también porque el precio de las acciones se encuentra en niveles históricamente bajos.