Hubo un tiempo en que el nombre hacía la cosa. Nadie iba a dudar de un rótulo que indicaba que se daba crédito a los agricultores, a los industriales, a los exportadores, a los ayuntamientos o a quienes necesitaban una hipoteca. O para quienes enviaban dinero por correo (se llamaban giros). Este era el nombre que mantuvieron hasta mayo de 1991 los hasta entonces bancos (públicos) de Crédito Agrícola, de Crédito Industrial, de Crédito Local e Hipotecario. También estaba la Caja Postal, de gran renombre --y muy densa red de oficinas-- entre quienes hacían la mili, porque esa entidad era la designada para recibir dinero de la familia.

El Banco Exterior fue una entidad netamente franquista en sus orígenes, el controlador de divisas para la exportación. Una séptima entidad, hoy Instituto de Crédito Oficial sigue su actividad como banco público, el único estatal. Su hermano autonómico es el Institut Català de Finances.

Con gobierno socialista

Estos eran los bancos públicos. Los seis primeros fueron agrupados en una nueva entidad en 1991, con Carlos Solchaga de ministro de Economía del Gobierno presidido por Felipe González. Se llamó Corporación Bancaria de España (CBE) y Solchaga puso al frente a un antiguo compañero suyo en el Banco de Vizcaya, Francisco Luzón --acaba de jubilarse en el Santander--. Se dijo que iba a ser un banco público pero gestionado como uno privado. Así empezó la tendencia a buscar nombres que parecieran marcas y la CBE se transformó en Argentaria (del latín argentario, banquero).

Con sus nueve billones de pesetas en activos (54.000 millones de euros), Argentaria no pudo ser nunca un banco público, entendido como un banco de referencia (como lo son, valga la comparación, la enseñanza, la sanidad o el transporte público). La razón es sencilla: en aquella misma época, a partir de 1988, empezaron las fusiones entre grandes bancos para ganar tamaño.

En el caso de Argentaria, Luzón aspiraba a mantener la mayoría del capital --el resto, en bolsa-- bajo control público, pero cuando el PP ganó las elecciones, en 1996, incluyó a Argentaria entre las empresas privatizables. Eso sí, previamente puso al presidente, Francisco González, que siguió en el cargo tras la venta de la mayoría del capital. Más tarde, Argentaria se convirtió en la A añadida del BBVA, en otro proceso de integración bancaria española para dar réplica a la concentración de otros tres grandes bancos (Santander, Central, Hispanoamericano).

Tanto el PSOE como el PP han desestimado hasta ahora la opción de la banca pública. Cuando la han tenido, ha sido por intervención de un banco o conjunto de bancos privados. Primero, con gobiernos socialistas: desde el grupo de Rumasa (vendida, en 1983, al resto de bancos; y su joya, el Atlántico, a un banco libio hasta la compra por el Sabadell) o Banesto en 1993.

La actual crisis ha sido sobre todo del sector de cajas y será el PP el que determine el futuro de las entidades intervenidas con dinero público. ¿Banca pública? El modelo anterior queda lejísimos.