Si el Gobierno, tal y como baraja, opta por crear un gran grupo de banca pública con las entidades financieras nacionalizadas --que no serían subastadas este año, sino más adelante-- las cuentas del Estado quedarán fuertemente dañadas, y podría resultar definitivamente imposible reducir el déficit público hasta pasado mucho tiempo.

A efectos de la contabilidad nacional, el capital inyectado o los préstamos concedidos a entidades financieras en pérdidas, sin posibilidad de reportar dividendos o de devolver las cantidades prestadas en los plazos previstos, computa como déficit público.

Esa es la consideración que, según los expertos consultados, podrían adoptar de inmediato las cantidades aportadas por el Estado a Bankia, Catalunya Caixa o Nova Caixa Galicia Banco (NCGB) si no se subastan antes de que finalice el año, algo que cada vez parece más probable.

De pronto, los 4.465 millones de capital público en BFA (matriz de Bankia), que computan como activo financiero, se convertirán en déficit del Estado, así como los 2.968 millones de Catalunya Caixa o los 3.627 millones de Nova Caixa Galicia Banco. Solo esto suman 11.060 millones (algo más de un punto de PIB).

Eso, sin contar las ampliaciones de capital necesarias en Bankia (se habla de 10.000 millones, otro punto de PIB) y las precisas para sanear las otras entidades. No hay que descartar que el Estado nacionalice alguna otra entidad financiera antes de que finalice el verano.