A cuatro días de huelga general --la sexta de 24 horas desde la restauración de la democracia y la primera que cuenta con el apoyo activo del principal partido de la oposición, el PSOE-- CCOO y UGT piensan ya en el día después. Sus dirigentes están convencidos de que el Gobierno del PP, como los anteriores, terminará sentándose a negociar.

Con apenas dos meses para prepararlo, los sindicatos mayoritarios se plantean el paro como un paso más de una estrategia de defensa de las conquistas sociales del Estado de bienestar. El desmantelamiento de este, tanto por la reforma laboral como por los recortes de servicios esenciales, es un desafío de largo recorrido. De ahí el lema de la huelga: Quieren acabar con todo . En un acto con profesores universitarios, escritores y artistas, Cándido Méndez, secretario general de UGT, clamó ayer contra la utilización "tramposa" del lenguaje: reforma es una "demolición" y austeridad es un "recorte salvaje" y "desequilibrado" ante la crisis. Y no es temporal, es "para toda la vida". Todas las llamadas reformas laborales, incluso la del 2010, han sido "reformas"; la de ahora "dinamita" dos pilares básicos de las relaciones laborales: la negociación colectiva y la garantía judicial.

NO TRAGAN A diferencia de la reforma del Ejecutivo de Zapatero, la de ahora es ampliamente conocida por los ciudadanos, que "no se la han tragado", en palabras de Méndez. Es la experiencia que ha sacado tras dos meses de patearse, junto a su homólogo de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, ciudades, pueblos y centros de trabajo.

Ambos han notado "mayor presencia de trabajadores y más preguntas", dice José Javier Cubillo, secretario de organización de UGT. También "más inquietud" por las consecuencias del poder discrecional del empresario, explica el secretario de comunicación de CCOO, Fernando Lezcano, por lo que también hay "más conciencia" de que es bueno que haya una respuesta.

En algunos lugares como Andalucía y sobre todo en pequeñas y medianas empresas, la CEOE ha presionado contra la huelga aduciendo que ésta es política, un argumento que hace sonreir a los sindicalistas.

"No sé si Rajoy, pero alguien acaricia la idea de dar una salida thatcheriana a la crisis y llevarse todo por delante", dice Lezcano,