Hay tantas formas de marcharse de una compañía como empleados. Lo que posiblemente nadie en Goldman Sachs llegó a pensar al fichar a Greg Smith hace 12 años es que aquel estudiante de Stanford que empezó como becario, luego pasó una década en la sede de Nueva York y hasta ayer era ejecutivo de rango medio responsable en Londres del negocio de derivados en Europa, Oriente Medio y Africa se iba a marchar poniendo al ya más infame de los bancos de inversiones en la más gigantesca picota.

Ni siquiera la Comisión del Mercado de Valores estadounidense, cuando llevó a juicio a Goldman Sachs en el 2010 y consiguió que pagara una multa de 422 millones de euros por haber actuado de forma fraudulenta, instando a sus clientes a comprar productos contra los que la propia compañía apostaba, había provocado un revuelo similar en Wall Street. O, por lo menos, no lo había provocado en las redes sociales.

Bajo el título Por qué dejo Goldman Sachs, Smith publicó ayer una demoledora carta-artículo en la sección de opinión de The New York Times. En ella ajustició a una firma donde, dijo, "el ambiente es tóxico y destructivo. Para poner el problema en los términos más simples --continuó--: en la forma en que la compañía opera y piensa sobre hacer dinero siguen aparcándose los intereses del cliente ... Me pone enfermo lo cruelmente que la gente habla de timar a sus clientes. En los últimos 12 meses he viso al menos a cinco directores gerentes refiriéndose a sus propios clientes como marionetas".

Smith necesitó 1.271 palabras para poner en el foro de discusión lo que durante años se ha hablado en voz baja en círculos económicos. Más incluso que artículos de investigación que ya fueron demoledores al reflejar la devaluación de la cultura empresarial en la firma que dirige Lloyd Blankfein, desató una avalancha de dimes y diretes. Y colocó a Goldman y su denunciado "declive de la fibra moral de la compañía" en el ojo de un incómodo huracán.

EL EXITO El banco (que dio un bautizo de fuego a su recién fichado especialista en relaciones públicas) emitió un comunicado. "Solo seremos exitosos si los clientes lo son, y esta verdad fundamental está en el corazón de cómo nos comportamos", rezaba. Y los empleados pasados y actuales hablaron, anónimamente. Algunos cuestionaron por qué Smith ha esperado para hacer la denuncia e irse (los rumores de su enfado por unos bonos bajos ya circulaban ayer). Otros encontraron en esas 1.271 palabras eco de muchas de sus opiniones.