El acuerdo entre la troika y Atenas ha provocado un terremoto político en el gobierno griego, dirigido por el exbanquero Lukás Papadimos. Las medidas de austeridad incluidas en el "paquete de rescate" de 130.000 millones de euros --que rechazan 8 de cada 10 griegos-- han llevado a una ola de dimisiones en los tres partidos que hasta ayer apoyaban al gobierno: el socialista PASOK, el conservador ND y el ultraderechista LAOS.

El primero fue el viceministro de Trabajo, el socialista Yannis Kutsukos, quien el jueves se negó a seguir en el gobierno. "Los prestamistas han ignorado nuestros argumentos y propuestas y nos han chantajeado para imponer la demolición de las relaciones laborales y todas las conquistas acordes con la Constitución, las convenciones internacionales y las leyes europeas", denunció Kutsukos. A él le siguió un diputado y la viceministra de Exteriores, Marilisa Xaenoyannakopulu, del PASOK. Y un alto cargo de Nueva Democracia (ND) dimitió por no estar de acuerdo con los recortes salariales que implica el pacto con Europa.

Pero la ruptura del acuerdo al que habían llegado esta semana los líderes políticos de los tres partidos sucedió ayer al mediodía cuando el jefe ultraderechista, Yorgos Karatzaferis, anunció que su partido no apoyaría las medidas: "Los prestamistas están exigiendo 40 años de sumisión. Grecia puede sobrevivir fuera de la UE (adonde probablemente irá si no acepta las condiciones de Bruselas), pero no puede sobrevivir bajo la bota alemana". La decisión de LAOS provocó la salida del ministro y los tres viceministros del partido en el Ejecutivo ya que, según Papadimos, ningún político que vote en contra del acuerdo "tiene lugar en este gobierno".

Ni en las filas conservadoras ni en las socialistas se da por seguro el apoyo de los grupos parlamentarios al completo en la tramitación parlamentaria. De los 252 diputados con que cuenta la coalición en un hemiciclo de 300 escaños, una cincuentena ya han mostrado su rechazo.

Ayer comenzó la primera jornada de una huelga general de 48 horas, con una participación que en algunos sectores clave rondó el 100 %. La manifestación en Atenas congregó a entre 30.000 y 40.000 personas y culminó con una decena de heridos y 6 detenciones.