Sobre nuestras cabezas, la Estación Espacial Internacional hizo funcionar ayer sus propulsores durante casi un minuto. Este impulso le permitió alejarse de la Tierra 1,5 kilómetros y evitar, así, chocar contra los restos del satélite norteamericano Iridium-33, que estalló en mil pedazos hace unos años al impactar contra el satélite militar ruso abandonado Kosmos-2251.

La iconografía habitual de nuestro planeta nos lo hace imaginar como una bella esfera azul y blanca, pero lo cierto es que si acercamos el foco, el orbe está rodeado de basura espacial. La Estación Espacial Internacional está especialmente preparada para resistir los impactos, pero ni eso le hace inmune.

Le pasa un poco como a la economía de la Unión Europea. Como recordó ayer en Madrid el presidente de Siemens, Peter Löscher, supone un cuarto del PIB mundial y es la líder global en importaciones y exportaciones. Pero, a pesar de esto, se ve asediada por todo tipo de amenazas, menores en tamaño pero de potencial devastador.

Una de ellas, y no la menor, son las agencias de calificación. La filtración ayer de que Standard & Poor's iba a anunciar al cierre del mercado una rebaja masiva de países europeos (no de Alemania, pero sí la temida de Francia) impactó contra la línea de flotación europea. El Ibex, que llegó a subir más del 1%, cayó más del 0,6%, pero cerró con un alza del 0,28% gracias a la compra de deuda del BCE, que frenó la prima de riesgo cerca de los 350 puntos básicos.