Frente a los ataques especulativos de los mercados financieros contra la deuda soberana, Alemania y Francia impulsarán una integración política acelerada de la eurozona mediante una cesión de soberanía nacional voluntaria de sus miembros para devolver la credibilidad al euro.

Dado que la reforma del Tratado de la UE es una vía lenta y de ratificación incierta, Berlín y París propondrán a todos los países de la eurozona un pacto del euro con el compromiso de una estricta disciplina presupuestaria y coordinación económica y la aceptación de una amplia capacidad colectiva de supervisión de las políticas económicas y presupuestarias nacionales.

Angela Merkel y Nicolas Sarkozy tienen previsto hacer público en los próximos días los detalles de ese plan. Sus propuestas van en la misma línea de las que prepara el presidente de la UE y de la eurozona, Herman Van Rompuy, cara a la cumbre de los días 8 y 9. La responsabilidad de efectuar la supervisión de las políticas económicas y presupuestarias recaerá en la Comisión Europea (CE), aunque la decisión política corresponderá a los ministros del Eurogrupo.

El pacto podría adoptar la forma de un tratado intergubernamental como el de Schengen, que suprimió las fronteras interiores. La contrapartida sería una predisposición del Banco Central Europeo (BCE), sin renunciar a su sacrosanta independencia, a actuar de forma contundente y masiva en los mercados financieros para acabar con la especulación, según la prensa francesa y alemana.

TRANSMITIR CONFIANZA La ministra francesa de Presupuesto, Valérie Pécresse, confirmó ayer la existencia de esos preparativos franco-alemanes para establecer un gobierno económico efectivo en la eurozona "que transmita confianza". El objetivo es una eurozona "mucho más integrada y sólida, con mecanismos de regulación que sean virtuosos, que impidan que haya tramposos y países que puedan escapar de las reglas", añadió.

Fuentes diplomáticas descartaron que Berlín y París pretendan crear "un club selecto", porque eso "enviaría una señal a los mercados de que la eurozona se puede dividir, de consecuencias negativas para todos". El riesgo de quedarse fuera forzará a los países reticentes a suscribir también el acuerdo. La principal oposición provendrá de los 10 países que no forman parte del euro y que temen perder influencia y quedar relegados en la Europa de dos velocidades que se está consolidando, con la eurozona como vanguardia.