Inflexible. Para desespero del presidente francés, Nicolas Sarkozy, la cancillera alemana, Angela Merkel, no cedió ayer ni un palmo en sus convicciones a la hora de recurrir a una intervención del Banco Central Europeo (BCE) o a la emisión de eurobonos para atajar la propagación de la crisis de la deuda soberana de la eurozona. La respuesta de Berlín fue "no".

Convocados en Estrasburgo por Sarkozy, Merkel y el primer ministro italiano, Mario Monti --que presentó a sus socios sus medidas de austeridad--, acordaron reeditar la cita en los próximos días en Roma para avanzar por la senda de "recuperar el crecimiento y la confianza". Las tres principales economías europeas se mostraron dispuestas a hacer "lo posible para apoyar y garantizar la continuidad del euro".

Pero ni estas palabras, ni el anuncio de una ambiciosa y pronta reforma de los tratados europeos para reforzar la convergencia económica, tranquilizaron a los mercados. Las bolsas europeas reaccionaron con decepción ante la ausencia de medidas concretas y, después de abrir al alza, cerraron en equilibrio o con bajas. París y Milán se mantuvieron estables, mientras que Londres perdió un 0,24%; Fráncfort, 0,54%; Madrid, 0,23%, y Berna, 0,54%. Wall Street no abrió ayer por la celebración del Día de Acción de Gracias en EEUU. Tokio cayó un 1,80%.

POSICIONES ENCONADAS Los intentos de Sarkozy por convencer a Merkel de incrementar el papel del BCE --París apuesta por que el organismo compre más deuda de los países en dificultades, como la Reserva Federal de EEUU-- toparon con un muro. En la rueda de prensa posterior a la reunión, ambos mandatarios admitieron sus diferencias.

Merkel subrayó que el BCE es "independiente" y que "las modificaciones del tratado no le conciernen". Alemania rechaza una mayor intervención del BCE, creado oficialmente para contener la inflación, porque sus estatutos no lo prevén. "Tenemos culturas diferentes e intentamos buscar una confluencia. Pero no queremos cometer errores que lleven a otra crisis", temperó Sarkozy, que tuvo que conformarse con expresar su "confianza" en los dirigentes del BCE.

Merkel también cerró la puerta a la emisión de eurobonos, pese a los problemas registrados el día anterior para colocar deuda alemana. "Continúo pensando que no son necesarios. Los eurobonos harían que las diferencias de tasas entre países europeos se nivelaran, y no sería una buena señal, porque enmascararía la disparidad de las economías", sostuvo la cancillera, que se resiste a que su país vea encarecido el precio de su deuda.

Sobre las dudas arrojadas en torno a la calificación AAA por parte de algunas agencias de notación, Sarkozy insistió en que "la perspectiva de Francia es estable", y advirtió además de que si su nota se degrada "será un problema para todo el mundo".

Merkel no está dispuesta a avanzar hasta que todos los paí- ses de la zona euro se comprometan a contener su deuda, por lo que sí cedió a la hora de reformar los tratados para aumentar el control. La propuesta que presentará el eje franco-alemán antes de la cumbre de Bruselas del día 9 apostará por unificar la po- lítica fiscal y "mejorar la gobernanza de la zona euro", según Sarkozy. La reforma impondrá a los estados una mayor disciplina en materia presupuestaria. Posiblemente, se planteará que tengan que obtener el sí de Bruselas antes de aprobar sus cuentas.

MONEDA DE CAMBIO En el lado francés, estas medidas se entienden como una moneda de cambio para obtener de Berlín alguna concesión sobre el BCE. Convertido en árbitro, Monti expre- só su compromiso de realizar los esfuerzos necesarios para alcanzar el equilibrio presupuestario en el 2013. "Cada país debe hacer sus deberes y es por eso por lo que he aceptado la invitación", declaró antes de mostrar su acuerdo con el objetivo de que Europa confluya hacia una "verdadera unión fiscal".