Es una imagen típica de película de fantasía o ciencia ficción. El héroe queda paralizado por los poderes de su archienemigo y se ve forzado a contemplar con gran padecimiento cómo sufren sus amigos, camaradas, familiares y/o parejas. En una situación similar están los inversores respecto a España. Y habrá que ver si, como en las ficciones, algún acontecimiento milagroso o su fuerza de voluntad les sirve para romper el hechizo.

Desde hace días, la bolsa española no cae. No sube. No hace nada. Los volúmenes de operación son muy escasos (2.160 millones ayer), prueba de que los inversores están despistados y no saben qué hacer. Sería peor si la negociación fuera grande, porque eso querría decir que, ade- más de desconcertados, estarían temerosos y prestos a vender.

De momento, por tanto, parálisis inversora. No como los empresarios españoles, a los que se les ve preocupados. El fin de semana, como se sabe, Emilio Botín, el primer financiero del país, le pidió a José Luis Rodríguez Zapatero que se olvide de elecciones y sucesiones y siga con las reformas. El resto estuvo muy de acuerdo con lo segundo, pero no todos con lo primero.

El presidente de la patronal bancaria AEB, Miguel Martín, dio ayer otra prueba de ese temor empresarial. Existe un riesgo "clarísimo", dijo, si no se ejecutan las reformas anunciadas. Reformas, añadió, de las que depende el futuro del sistema de bienestar del país. "El 2011 va a ser mejor al final que al principio, pero no será fácil ni gratuito. Estamos en un punto de inflexión, pero puede ser dilatado en el tiempo, ojalá se alcance en el 2011", afirmó Martín.

A nuestras inquietudes internas se suman las que nos rodean que, sin embargo, siguen sin dar muestra de pesar en el ánimo de los compradores. Ni los problemas en Libia ni los de Japón afectan a las bolsas mundiales. El posible rescate de Portugal, que cada vez parece más cercano (la rentabilidad de su deuda en la compraventa entre inversores superó ayer el 9%...), penaliza a la banca española, pero sigue sin desestabilizar la deuda pública.

Así las cosas, el Ibex 35 permaneció ayer prácticamente congelado (0,03% de caída, hasta los 10.732,3 puntos) y vio impotente cómo el resto de grandes selectivos europeos se apuntaban apreciables subidas. Ni el buen dato de empleo en EEUU, ni la caída de la confianza en la eurozona, ni que el Banco de España pronosticase un crecimiento económico menor que el Gobierno, ni los problemas del Banco Base... Nada logró conmoverle.