España no es Portugal. Lo digo por si no se han dado cuenta y porque es la frase que ayer estaba en boca de todos. No lo es, pero pudo haberlo sido. Entre 1580 y 1640, los dos países compartieron rey en las figuras de Felipe II, su hijo y su nieto. Los lusos aprovecharon las guerras de la languideciente monarquía con Francia e Inglaterra para volver a independizarse. Pero, ¿cómo serían hoy las cosas de no haber sucedido así?

Desde la separación de los reinos, un movimiento conocido como iberismo ha abogado por la unificación de las naciones de la península en un país llamado, verbigracia, Iberia. Económicamente, tendría mucho sentido: un mercado mayor y mayores recursos, de manera que el resultado sería mayor que la simple suma de sus dos PIB. Sirva como indicador que la población conjunta estaría solo ligeramente por debajo de la de Italia (unos 60 millones), mientras que la economía transalpina es en torno a un 40% mayor que la suma de la española y la portuguesa.

Pero es un ejercicio de historia-ficción. Lo cierto es que Portugal no cuenta con el paraguas de formar parte de un país más grande --recuerden aquello de "demasiado grande para caer"-- y va de cabeza al rescate europeo. Y el mercado, por una vez y por el momento, se ha creído eso de que España no es lo mismo.

La prima de riesgo española --posibilidad de impago de deuda pública percibida por el mercado-- subió a primera hora, hasta los 200 puntos básicos, pero luego cayó hasta los 192 puntos. Ni siquiera la rebaja masiva e indiscriminada de la calificación crediticia a que sometió Moody´s a una treintena de entidades financieras españolas arrastró al país en los mercados. A base de reformas y recortes, el país parece haber salido del pelotón de los torpes y los inversores parecen habérselo reconocido. Pero no hay que confiarse. "Sé que algunas persona piensan que es impensable, pero creo que no es impensable", advertía ayer Warren Buffett ante la pregunta de si el euro podría desaparecer.

Lo que parece claro es que el rescate de Portugal, al contrario que el de Grecia e Irlanda, se daba tan por descontado que no ha asustado a nadie. Las bolsas europeas subieron una media del 1,5% y el Ibex 35 experimentó un alza del 1,11%, hasta los 10.755,6 puntos. Está a punto de romper una de esas famosas barreras psicológico-técnicas llamadas resistencias, con lo que podría entrar en fase ascendente. Todo dependerá de que se confirme lo que la historia dicta: que España no es Portugal.