En el mundo de la teoría econó- mica hay un concepto que tiene gran predicamento desde hace años y que sirve por igual para conjeturar sobre una posible separación de los destinos de la economía mundial y la estadounidense que para definir un tipo de subsidios a la agricultura que no producen sobreproducción.

Es el desacoplamiento (decoupling, en inglés), palabra que se ha vuelto a escuchar en los últimos meses para definir la separación de Europa en dos bloques que progresan a dos velocidades. En el pelotón de los malos estaba España, junto a Portugal, Irlanda y Grecia, mientras que Italia y Bélgica permanecían en una posición intermedia entre estos y los primeros de la clase (Alemania y sus secuaces).

En las últimas dos semanas, sin embargo, se ha producido un fenómeno llamativo. La situación de Portugal ha ido de mal en peor (en esta ocasión, más por sus problemas políticos internos que por los ataques de los especuladores, prueba de lo importante que es para un país tener una oposición responsable). Pero la situación de España en los mercados, hasta ahora siempre ligada a los vecinos lusos, no ha hecho más que mejorar.

¿Desacoplamiento? Pues veremos mañana porque, al cierre de los mercados ayer, el Parlamento portugués había rechazado el cuarto plan de ajuste del país que, por no salir adelante, ha supuesto la dimisión de José Sócrates y un vacío de poder de tres meses. En otras palabras, el rescate europeo.

No hay que olvidar que la banca española tiene un tercio de la deuda portuguesa. Con todo, la prima de riesgo --posibilidad de impago percibida por el mercado-- se contuvo ayer en niveles asumibles. Subió hasta los 200 puntos, pero luego se relajó a los 193 puntos básicos. En cambio, la portuguesa cerró en 439 puntos básicos, frente a los 423 puntos del jueves y --lo más grave-- su rentabilidad subió al 7,631%, el máximo histórico, frente al 7,494% de ayer.

El Ibex 35 también dio muestras de desacoplamiento y subió el 0,59%, hasta alcanzar los 10.638 puntos, un alza mayor que la media europea (0,5%), con Inditex como gran estrella por sus buenos resultados.

¿Será verdad, como dijo el presidente de la Reserva Federal de Dallas, que "España está haciendo un muy buen trabajo y con el tiempo los mercados lo reconocerán"? Mejor centrarse en eso que pensar en la última manita que nos echó Angela Merkel, poniéndonos como ejemplo de país donde nadie se dio cuenta de la inestabilidad de su economía.