El hombre necesita tener la sensación de que controla el mundo o, por lo menos, la de que puede predecir su comportamiento. Quizá por ello, cuando la religión y la filosofía dejaron de tranquilizarle, echó mano de la hoy omnipresente estadística, esa "rama de la matemática que utiliza grandes conjuntos de datos numéricos para obtener inferencias basadas en el cálculo de probabilidades", que dice el diccionario de la Real Academia Española (RAE).

¿Se puede medir el horror? Parece un esfuerzo inútil. Sin embargo, el hombre se empeña en calcular las probabilidades de que suceda, como si eso redujera la posibilidad de que se plasme. Bankinter afirmaba ayer que hay un 35% de probabilidades de que se produzca una catástrofe nuclear a gran escala en Japón y un 65% de que no se produzca.

Detrás de estas cifras pende la magnitud que alcanzará el drama, primordialmente humano, pero también económico. En caso de hecatombe atómica, la tercera economía mundial se hundiría, arrastrando a la economía mundial en un momento en que los países emergentes no tienen margen fiscal para tomar nuevas medidas de apoyo. Y en tiempos de incertidumbre extrema, ya se sabe que los inversores van a lo seguro: priorizan la liquidez y saldrían en tromba de las bolsas.

Si el drama, ya enorme, no va a más, la crisis japonesa podría afectar a las pujantes potencias emergentes asiáticas, que cuentan con mucha inversión nipona. Sin embargo, la economía japonesa podría beneficiarse del fuerte desembolso que tendría que afrontar para reconstruir el país. Los próximos días serán claves, pero no es el único frente abierto. La rebaja de la deuda de Portugal dos niveles por parte de Moody´s mantiene sangrando la crisis de la deuda soberana. Menos mal que el consejero delegado del fondo de rescate europeo, Klaus Regling, aseguró ayer ante el Parlamento alemán que los mercados han descartado que España precise recurrir a este mecanismo financiero de emergencia. La prima de riesgo --probabilidad de impago percibida por el mercado-- ronda los 209 puntos básicos, que con la que está cayendo no está mal.

Pero la crisis japonesa pesa más y el Ibex 35 perdió ayer el 2,3%, hasta los 10.092,6 puntos, en línea con la caída media europea (2,2%), con los bancos y las energéticas muy castigados. Tan mal está la cosa que el Banco Central Europeo (BCE) ha abierto la puerta a no subir los tipos en abril, como tenía previsto, para neutralizar el impacto negativo de la catástrofe japonesa.