El Tesoro español aprovechó la renovada confianza de la que goza España en los mercados internacionales de deuda para colocar ayer con holgura 5.515 millones de euros en letras a 12 y 18 meses, en una subasta en la que rebajó la rentabilidad cerca del 17% respecto a la anterior operación de estas características, celebrada en julio.

El interés marginal se rebajó en 35 puntos básicos en el caso de las letras a un año y en 25 para las de año y medio. De este modo, el interés de las letras a un año se situó en el 1,899%, frente al 2,25% de la anterior operación, en tanto que el interés de las letras a 18 meses también se ha reducido hasta el 2,15%, desde el 2,40% de la subasta precedente.

El importe que el Tesoro esperaba colocar se situaba entre 4.500 y 5.500 millones de euros, por lo que la demanda, que fue de 15.269 millones --de los que finalmente se adjudicaron 5.515 millones-- multiplica por tres las expectativas del Tesoro. De esa forma queda disipada la incertidumbre generada por la baja colocación de deuda italiana realizada la pasada semana.

6.000 MILLONES EN JULIO Ya en la anterior subasta de esta denominación, celebrada el pasado 20 de julio, el Tesoro logró colocar cerca de 6.000 millones de euros --frente a una demanda de más de 12.000-- a pesar de que ofreció una rentabilidad menor (del 2,249% y 2,4%, respectivamente) que en la precedente.

El pasado mes de junio, el Tesoro español tuvo que elevar la rentabilidad, como venía haciendo desde abril, hasta el 2,450%, el interés más elevado desde noviembre del 2008, mientras que en las letras a 18 meses subió hasta el 2,9%. Entonces, la subasta se realizó justo después de que la agencia de calificación Moody´s anunciara que ponía en revisión a la baja la deuda pública española.

Después de la rebaja que la agencia de medición de riesgos Fitch aplicara a finales de mayo a la deuda española, el Tesoro se encontró con dificultades crecientes para colocar sus emisiones, con lo que los intereses marginales se dispararon, y pusieron en peligro la salida de la crisis.

El punto de inflexión se produjo en la segunda quincena de julio, a partir de la publicación de los test de resistencia de la banca europea, en los que las entidades españoles ofrecieron información más detallada que el resto de bancos europeos.