José Blanco echó ayer mano en el Congreso de su estilo más solemne para anunciar que la era de las grandes inversiones en obra pública, que según el titular de Fomento ha llevado a España hasta el primer puesto de las infraestructuras en Europa pero que también ha traído excesos, se ha acabado. La recesión y el "ataque especulativo sufrido por el euro", dijo Blanco, lo han cambiado todo. El ministro, durante una tensa comparecencia en la comisión de su ramo, evitó concretar qué proyectos se verán afectados por el recorte de cerca de 6.200 millones de euros que se llevará a cabo entre este año y el siguiente, sin embargo sí anunció que "todas las actuaciones, tanto en carreteras como en ferrocarriles a excepción de las financiadas con capital privado, sufrirán un retraso medio de al menos un año en los plazos de ejecución".

Lo único a lo que se comprometió Blanco es a que el AVE llegará a Valencia a final de curso. La justificación del ministro es que el proyecto "está muy maduro". En un menor grado de certeza se encuentran el plan de Cercanías de Cataluña y el acceso ferroviario al puerto de Barcelona. Blanco se limitó a decir que estas actuaciones eran prioritarias y que trataría de "mantenerlas".

Aquí acabó el capítulo de las infraestructuras. En el otro eje de su intervención, reservado al plan de austeridad sobre los gastos de su ministerio, el titular de Fomento fue prolijo. A través de la eliminación de puestos en los consejos de administración de las empresas de su departamento, una rebaja en los sueldos de los directivos de entre un 10% y un 15%, la disminución de las publicaciones ministeriales o la reducción de los gastos de viaje y dietas, "el ahorro total para el ministerio y sus empresas entre el 2010 y el 2013 será de 1.198,1 millones de euros", calculó.

MAL AMBIENTE Desde que asumió la cartera de Fomento, hace poco más de un año, las comparecencias de Blanco en la comisión del Congreso habían destacado por sus buenas maneras. El recuerdo de la crispación que provocaba su predecesora, Magdalena Alvarez, seguía presente y los diputados agradecieron el cambio de tono. Todo eso se acabó ayer. Hubo silencios incómodos, miradas agresivas, interrupciones y acusaciones de mala educación.

Un ejemplo: el portavoz del PP, Andrés Ayala, acusó al ministro de ejemplificar el "fracaso" del Gobierno y de ser poco "patriota" por "abandonar infraestructuras", y el ministro acusó poco después a todos los parlamentarios conservadores de lucir una "mirada hipócrita". Los grupos le pidieron sin éxito que concretara el retraso en las obras ya aprobadas. Fuentes del Ministerio de Fomento dan por hecho que para eso habrá que esperar, como mínimo, a mediados de la próxima semana.