Delegados de los países más ricos del mundo, integrados en el llamado G-7 (EEUU, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá), se reunieron ayer en Londres para estudiar un acuerdo internacional que obligue a los bancos a cubrir los gastos de su propia operación de salvamento, en lugar de recurrir al dinero de los ciudadanos.

El seminario estuvo presidido por el ministro de la City, Lord Myners, y contó con la presencia de representantes del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco de Inglaterra. "Hemos hecho progresos hablando sobre asuntos específicos, de cómo lograr que el sistema bancario mundial sea más fuerte", declaró Myners a la BBC. "En particular, queremos asegurarnos de que, si en el futuro un banco fracasa, el coste de ese fracaso sea totalmente asumido por los bancos y nunca más recaiga sobre los contribuyentes".

El Reino Unido ya planteó el año pasado establecer una prima internacional a pagar por los bancos o las compañías de seguros, para cubrir los costes del eventual reflotamiento de una institución bancaria en precario.