El estudio constata que persisten dos desequilibrios en este mercado, como son el fuerte endeudamiento de las familias en la compra de vivienda --"una mochila que arrastramos", en palabras de Oliver-- y el de las dificultades de acceso. Pese a la caída de precios y la rebaja de los tipos de interés hipotecarios, el esfuerzo financiero teórico para afrontar un préstamo a 25 años se sitúa en el 22,5% de la renta familiar. El año pasado suponía el 30,5% de promedio, según los mismos cálculos.

De continuar la estabilidad en la evolución de los tipos bajos, el esfuerzo hipotecario llegaría a suponer el 18,9% de la renta, lo que llevaría este indicador a niveles del año 2003.