Cuando el pasado 10 de febrero el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, presentó sus primeras ideas para estabilizar los mercados financieros, la respuesta de Wall Street fue demoledora: el Dow Jones perdió 380 puntos. Ayer, cuando el Tesoro desveló esos detalles --adquirir hasta un billón de dólares (unos 730.000 millones de euros) de deuda tóxica en una operación conjunta entre el sector privado y el sector público-- las bolsas, incluidas las europeas, reaccionaron con fuertes subidas que indican que los inversores consideran que esta vez el equipo económico de Obama ha dado, si no con la tecla adecuada, sí con un plan creíble.

Los cierres de las bolsas ayer así lo indican. El mercado español subió el 3,14%, lo que llevó al Ibex 35 hasta los 7.952,30 puntos. El resto de mercados europeos se movieron al alza con ganancias por encima del 2,5%. En Wall Street, el Dow Jones se mantuvo con alzas de casi el doble.

Una muestra de confianza en un plan que marca una vuelta a los orígenes. El primer plan de rescate del sector financiero, pergeñado durante la Administración Bush, tenía como objetivo comprar los valores --sobre todo vinculados a las hipotecas basura subprime -- que intoxicaban las cuentas de los bancos. Pero el plan del entonces secretario del Tesoro, Henry Paulson, se topó con el problema de desenredar la compleja madeja de productos derivados y con el dilema de a qué precio comprar.

Por eso, el plan inicial de adquisición de estos valores tóxicos se convirtió en comprar participaciones en las entidades bancarias, en un proceso de nacionalización parcial que ha acabado derivando en una grave tormenta política a causa, entre otros motivos, de los sueldos de los ejecutivos. La Administración Obama vuelve ahora a la primera idea: la de comprar deuda tóxica para liberar los balances de los bancos, aunque con la novedad de que esta vez se cuenta con el sector privado.

"Para que estos programas funcionen, los inversores deben estar dispuestos a asumir algunos riesgos", dijo Geithner ayer en la presentación del plan, que se basa en tres principios: comprar la deuda tóxica mediante una combinación de fondos públicos y privados (fondos de inversión, fondos de pensiones, compañías de seguros...); los inversores privados afrontarán ciertos riesgos en su inversión y los contribuyentes pueden tener beneficios; y establecer un sistema de subasta para marcar el precio justo.

Para ello, se crea un programa de inversión mixto al que el Estado aportará entre 55.000 y 73.400 millones de euros con el que se pretende comprar, de entrada, unos 367.000 millones de euros en deuda tóxica . El Gobierno, a través de créditos muy baratos y garantías, facilitará la inversión privada en condiciones muy ventajosas, de tal forma que, por una pequeña inversión, pueden lograr grandes beneficios.

En su nota enviada a la prensa, el Tesoro explicó así cómo funcionará el programa. Por ejemplo, hay un paquete de activos tóxicos valorado en 100 dólares. Se establece una subasta, y el mejor postor ofrece 84 dólares. Las autoridades garantizarán un préstamo por 72 de esos dólares y el Tesoro asumirá la mitad de los 12 dólares restantes. Los otros 6 correrán a cargo del inversor privado. Si la inversión es ruinosa, el inversor solo pierde 6 dólares. Si es beneficiosa, ganan el inversor y el contribuyente.