Si alguien pensaba que ayer, en el Congreso de los Diputados, iba a renacer el espíritu de los Pactos de la Moncloa, tan evocado en los últimos días, estaba equivocado, aunque se haya pedido desde algunos sectores políticos y económicos con insistencia. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, convocó a sindicatos y empresarios, a las comunidades autónomas, a los ayuntamientos y a todas las fuerzas políticas para un proyecto de "cooperación nacional" que permita "atravesar este periodo de crisis y volver a la senda de la prosperidad". La mayoría de los grupos parlamentarios, no sin críticas, recogió el guante lanzado por Zapatero. Pero no así Rajoy, quien interpretó la llamada de Zapatero como una apelación a la oposición "para ser cómplices de la ineficiencia del Gobierno".

Rajoy ridiculizó algunas de las medidas anticrisis del Gobierno, con un tono ágil, pero también de carrerilla, siguiendo el guión de los populares en las últimas semanas. Definió el plan de inversión municipal de 8.000 millones de euros como "una broma carísima para crear unos pocos empleos eventuales", y se refirió a las líneas de financiación del Instituto de Crédito Oficial (ICO) como "una cucharadita de azúcar para el té". Rajoy, en todo caso, quiso desmontar la propia petición de Zapatero. "Dice usted que pide ayuda. Perdóneme pero no es verdad, lo que nos pide es la complicidad con una política que ha acreditado sus ruinosas consecuencias", dijo.

La solución para Rajoy pasa por un cambio en la política económica del Gobierno, que aborde reformas estructurales en el mercado laboral, en el sector energético y en el educativo. El mensaje no pudo ser más claro. "Se nos puede pedir el apoyo a una política económica distinta. Cuando se decida a hacerlo, si algún día lo decide, llámenos. Hasta entonces, muchas gracias", zanjó.

INSISTENCIA DE DURAN. La propuesta de reeditar una especie de pactos de la Moncloa, aunque la situación sea muy distinta a la de la transición, surgió de nuevo por parte del portavoz del grupo parlamentario de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, que, con pausas intencionadas, desgranó un paquete de propuestas que Zapatero agradeció y prometió estudiar, como podría ser una rebaja "selectiva" de las cotizaciones sociales para empresas que no reduzcan plantilla. Duran compartía con sus palabras la petición del presidente del Banco Santander, Emilio Botín, quien reclamó un gran pacto social para sacar a España de la crisis, y emplazó para ello al Gobierno, la patronal CEOE, los sindicatos y las Cámaras de Comercio.

Pero Rajoy, en la segunda réplica al presidente del Gobierno, lo rechazó por completo, insistiendo en la "incompetencia" del Gobierno y en la falta de previsión al inicio de la legislatura, cuando, a su juicio, existían elementos claros de que España podría sufrir. "No estoy aquí para compartir sus medidas disparatadas ni para ser su coartada", añadió, reclamando austeridad y reformas económicas de calado. Rajoy quiso presentarse como una alternativa clara al Ejecutivo y logró, en una de sus situaciones más complicadas al frente del PP por los diferentes escándalos que le acechan, rotundos aplausos de sus filas.

Zapatero no se mordió la lengua, aunque no utilizó la situación política de Rajoy. Dijo que no pagará con él sus problemas, entendiendo que pudiera estar "agitado". Entró de lleno en los problemas de las administraciones del PP y le reclamó que aplicara la austeridad que exige al Gobierno con un caso muy concreto, el Ayuntamiento de Madrid y el de Valencia. "Ahí podría arrimar el hombro", le espetó.