Apple se esfuerza estos días por mostrar que es algo más que Steve Jobs, pese a que a ningún otro directivo le abre una investigación la autoridad reguladora del mercado bursátil estadounidense, la SEC, para conocer los detalles de una baja médica que le va a tener alejado seis meses de la empresa. Y es que cuando Jobs anticipó sospechas sobre un agravamiento de sus males --fue operado de cáncer de páncreas hace cuatro años--, el título se desplomó en la bolsa. La SEC responde así a denuncias de inversores, que temen por sus intereses.

Pero los resultados de la compañía, que ha aumentado un insólito 2% su facturación cuando Microsoft o Intel han anunciado despidos, han mantenido la acción al alza. Walter Mossberg, el influyente columnista del Wall Street Journal , sugería en una entrevista el pasado jueves que las fluctuaciones de Apple se debían más a especulaciones que a auténticos logros de la compañía. Además, este columnista recordaba que el ejecutivo ya estuvo de baja hace cuatro años y la empresa siguió trabajando en productos innovadores.

UNA VENGANZA FRIA Aunque algunos analistas recuerdan qué fue de Apple cuando Jobs estuvo fuera, desde 1985 a 1997, y cómo volvió para rescatarla de los números rojos y ponerla de nuevo en la primera línea de la industria informática.

Fueron precisamente los malos resultados de ventas del Macintosh y los desacuerdos con su designado presidente John Sculley --ex presidente de Pepsi-- y Gil Amelio, los que le llevaron a marcharse de su compañía. Sus sucesores se encargaron de que las cosas fueran infinitamente peor. Y Jobs siguió el dicho de Alejandro Dumas de que la venganza se sirve fría. 11 años después, llegó con Next y con Pixar bajo el brazo y desarrolló, nada más y nada menos, el iMac, el iPod y el iPhone. Hasta hoy.