Ha quedado bautizado como el Pacto por Alemania, y el nombre le hace justicia. Por Alemania, el Gobierno de coalición, formado por socialdemócratas y los conservadores de Angela Merkel, ha sacado adelante un plan de rescate de la economía de 50.000 millones de euros, "el mayor en la historia de la República Federal", y que se traduce en un endeudamiento sin precedentes, renuncia a la competitividad entre partidos en pleno año electoral y, en el caso de la canciller, arriesgarse a defender ante la opinión pública medidas que ella criticó cuando fueron tomadas por otros países.

Solo unos días después de nacionalizar el 25% del segundo banco de Alemania, Merkel no parpadeó al presentar un programa que combina la inversión en infraestructuras y educación con la reducción de impuestos, el descenso de las contribuciones sobre el seguro de enfermedad y la oferta de avales a la empresa privada. Según el Instituto de Investigación del mercado laboral y de empleo en Alemania, el plan del gobierno salvará 250.000 empleos.

Tanto la cancillera como el presidente de la CSU, Horst Seehofer, y el vicecanciller socialdemócrata, Frank-Walter Steinmeier, presumieron de que Alemania es el país mejor preparado para la crisis y aseguraron que, de ser aprobado, el plan incluirá la creación de un fondo de amortización que contribuya a paliar la deuda creada.