Cada tarde, a las ocho, Ram Bhawnani cierra su bazar Casa Kishoo, en el edificio Maggi --una de las zonas más comerciales de Tenerife-- y se dirige hacía un templo hindú para leer la página del libro sagrado del gurú Granth Sahib. Cuando llega al templo, situado en un piso en plena zona peatonal de la capital tinerfeña, Bhawnani se descalza, cubre su cabeza y se sienta a leer "un pensamiento, una meditación sagrada del día". Después cierra el libro, abandona el templo y se va, a pie, a su casa.

El "señor Ram", como le llaman algunos de sus empleados y familiares, no tiene coche, no muestra ningún signo de estrés y de lo único que no se desprende en todo el día es de un pequeño teléfono móvil. Cada 15 o 20 minutos recibe una llamada para saber cómo va la bolsa.

Desde hace tres semanas, Bhawnani se ha convertido en el segundo accionista de Bankinter, el sexto banco español, controlado por la familia Botín. El pasado 10 de septiembre anunció que había comprado más del 5% de Bankinter, por 137 millones de euros (22.795 millones de pesetas). De esa cantidad, 120 millones provienen del 10,4% que vendió del Banco Zaragozano.

"NO SOY MILLONARIO"

Son las nueve y media de la mañana y Bhawnani llega andando al bazar, las oficinas centrales del discreto emporio que controla. Pantalón gris, camisa beige, austeros zapatos negros y una cara sonriente que deja entrever 60 años vividos. Nadie puede imaginar un perfil menos apropiado para alguien que fue socio no solicitado de los Albertos y ahora de la familia Botín. "Pero yo no soy millonario, todo lo que ganamos lo reinvierto. Ahora debemos unos 150 millones de euros en préstamos a los bancos. Les pagamos religiosamente desde que en 1965 comenzaron a dar crédito a Casa Kishoo, este negocio que abrió mi suegro".

Desde su mesa, con una foto de su único nieto y una pegatina de Donatello --una tortuga Ninja-- sobre el último cajón, Bhawnani gira su silla hacia el ordenador para no perder detalle de las cotizaciones. "Es que algunos bancos de inversión quieren que también trabaje con ellos, pero estoy contento con los que tengo ahora", dice.

Su única arma, su móvil color azul de Siemens, suena constantemente. Le comunica con Begoña y Paz, las dos personas con las que comenzó hace años en Europea Popular, filial del Banco Popular. "Mi suegro --explica-- comenzó a trabajar con el Banco Santander, pero en aquellos tiempos --los años 60-- pagábamos muchísimo dinero y no se portaron muy bien. El banco que más nos ayudó fue el Popular".

Dragados, Santander, Telefónica... "¿A cómo hemos comprado Dragados? ¿A 26? ¿Por qué no pones 18,4? Telefónica, baja... Hay mucho papel todavía". Ram Bhawnani no quiere hablar de la paradoja de ser, ahora, un socio de los Botín, el banco que hace 30 años no tuvo interés en ayudar a Casa Kishoo.

"Sigo a Bankinter y tengo negocios en el SCH, porque teníamos cuentas en el antiguo Central Hispano. Bankinter es un buen banco y mi ánimo es permanecer. Supongo que terminarán ofreciéndome un puesto en el consejo, pero todo lleva su tiempo".

Aunque él no hace comentarios, alguien de su entorno cuenta que el "señor Ram" acaba de recibir una carta de Juan Arenas --presidente de Bankinter y hombre de confianza de Botín-- en la que le da la bienvenida "y le dice que cuando vaya a Madrid estará encantado de recibirle".

ACCIONISTA CLAVE

Algún analista sostiene que el inversor y comerciante hindú ha entrado en Bankinter para repetir la jugada del Zaragozano, con la esperanza de que alguien compre el banco. Bhawnani ni siquiera considera el comentario. Y sin embargo, en un almuerzo frente al mar cerca del Mirador de la Gomera, en Callao Salvaje --un espléndido lugar donde construye una inmobiliaria de la que es socio--, uno de los invitados a la mesa da por hecho que Botín venderá Bankinter antes que Banesto. Otra posibilidad más plausible es que alguien puede estar ya comprando Bankinter, como ha hecho el propio Bhawnani. "Incluso podrían acercarse a Ram para unir sus acciones". ¿Son informaciones? "No, no, son intuiciones", dice.

Los Bhawnani no sólo viven de Bankinter. "Tenemos acciones en más de 3.000 empresas, pero esto es una sociedad que reinvierte todo lo que gana y yo soy sólo su representante". Sus cuñados, sus sobrinos, sus tres hijos... Todo el mundo trabaja en alguno de los 10 hoteles que controla la familia, o en Casa Kishoo, la casa matriz, que fundó su suegro en Hong Kong. "Allí se llamaba Kishoo and Sons", puntualiza.

Uno de los hoteles está en Las Palmas y otro en Lanzarote, adonde acaba de marcharse uno de sus hijos, recién casado, a trabajar. "La mayoría de los hoteles están alquilados, y ahí sí que hay 500 o 600 personas trabajando", afirma.

Los gemelos Harjani, sus socios en la constructora Geprocan, dicen que el secreto de Bhawnani no está ni en la doctrina de su gurú indio ni en las horas que dedica a la bolsa, sino en una máxima que aplica a rajatabla. El mismo lo certifica con estas palabras: "Siempre que viene alguien a proponer algo, le escucho y le recibo. Sea quien sea".