Aunque el número de alcohólicos es uno de los miles de tabús que subsisten en el país, las cifras preocupan. Otra razón es que para fabricar aguardiente se utilizan toneladas de grano que el Gobierno necesita para alimentar a los millones de pobladores del norte, que viven en el umbral de la pobreza.

"Por estas razones, entre otras, decidieron poner de moda el vino con campañas de publicidad en televisión. Esa propaganda nos ha favorecido a todos. También han comenzado a cultivar uva en algunas zonas del norte, aunque el vino que producen es de bajísima calidad", explica Gonzalo Hernández, director general de la fábrica de Bodegas Félix Solís, en las afueras de Shanghai. Para Hernández, la decisión de fomentar el consumo de vino obedece más a la necesidad de no gastar grano que a la de evitar un aumento del número de alcohólicos. Esta política ha sido un soplo de aire fresco para esta compañía de Valdepeñas, que en 1996 abrió una oficina de representación y en 1998 invirtió en una de las plantas más modernas para producir vino. Solís compite con los vinos de mesa chinos, impulsados por el Gobierno.

FABRICA DE BICICLETAS

Wingroup, una de las ocho fábricas que Mondragón Corporación Corporativa (MCC) tiene en China y que se dedica a la producción de bicicletas estáticas, cintas para correr y cualquier otro aparato de gym , aún no se ha decidido a vender en China. "Todo lo que fabricamos en Shanghai es para exportar", explica Juan Angel García Fernández, director general de Shanghai Wingroup Leisure.

La fábrica de García, a unos 60 kilómetros de Shanghai, tiene una superficie de 9.000 metros cuadrados, de los que 5.000 son de propiedad y 4.000 de alquiler. "Somos la empresa vasca más grande que hay en China. Por eso no me explico algunas cosas que nos ocurren", reflexiona García Fernández. Hace poco tiempo llegó una representación del Gobierno vasco a Shanghai "y se enteraron por casualidad de que existíamos. Gracias a que los padres de Josu Jon Imaz --portavoz del Gobierno vasco-- conocen a los míos y preguntaron por nosotros. No quiero pensar mal de los de comercio exterior".

EL SOCIO CHINO

Cola Cao, Alsa, Panrico, Wingroup o Solís, productores en China, tienen un socio local. Una premisa imprescindible, como recomiendan expertos como Joan Dedeu (China Consultants de Hong Kong), Ricardo Thomas (Shanghai Capter y JC Ball Valves) o Jan Borgonjon (la consultora InterChina de Pekín). Entre ellos, difieren, sin embargo, en la opinión sobre la llegada de España al país.

Dedeu, un experto en Asia, está convencido de que "afirmar que hemos llegado tarde es un error. ¿A qué íbamos a venir antes, cuando había que hacer inversiones multimillonarias? ¿A competir con Siemens o Volkswagen? Es ahora cuando hay que estar aquí", dice, mientras contempla, desde el China Club, el skyline de Hong Kong.

Ricardo Tomás, que también es presidente de la Cámara de Comercio de Shanghai, ve las cosas de otra forma. "Llegamos tarde por una opción legítima y comprensible. Preferimos Latinoamérica y nos equivocamos. Mala suerte. Pero también vinimos tarde y mal por los modales con que venimos, y que ha dado lugar a muchos fracasos". Borgonjon también recuerda: "Ni una de las 10 grandes empresas españolas está en China".

La disculpa más recurrente es Latinoamérica, un mercado natural para los empresarios españoles. Pero también "el miedo a todo, incluido la imagen exótica", explica Guillermo Díaz-Sevilla, el representante del Banco Atlántico en Hong Kong. Hace años que lucha por convencer a sus jefes de que el futuro es China. Es quien mejor define lo indefinible de este país-continente: "Al mes de llegar, empecé a entender lo que era China; al año lo sabía casi todo; a los dos años, lo supe todo. Ahora, a los nueve años de estar aquí, puedo decir que no sé nada".