Fútbol
Susto y remontada en Valladolid
Joan Domènech
Una hora de angustia, de inquietud y de maldiciones se pasó el viejo culé, el temeroso, reviviendo con el recuerdo de los patinazos del antiguo Barça, aquel que cometía torpezas como perder en el campo del colista. Pero el culé joven del siglo XXI, que ha crecido con más gloria que penas, nunca perdió la fe cuando Iván Sánchez marcó en el minuto 6. Seguramente se agitó igualmente viendo el encuentro, pero por el entusiasmo que transmite el grupo de Flick y su capacidad por superar marcadores adversos.
Hubo susto y remontada en Valladolid, el Barça colocó de nuevo los siete puntos de diferencia respecto al Madrid, que hoy recibe al Celta, y varios titulares se ahorraron minutos para estar más frescos el martes y luchar por la final de la Champions. El resultado final fue estupendo.
La cita europea es definitiva. No lo era la de Valladolid, donde la ventaja de puntos en la Liga sirve de colchón amortiguador para los patinazos. De ahí que Flick removiera la alineación de una manera exagerada. Hizo lo mismo el Inter frente al Hellas Verona. Inzaghi fue más bestia que el alemán: sentó a diez titulares del pasado miércoles.
Pero el culé, todos los culés, empezaron a mascullar que a Flick se le había ido la mano con nueve cambios. Sólo aguantó a Pedri, que con la caída de Koundé pasa a ser el jugador con más minutos y el más cansado, y a Gerard Martín, el único lateral izquierdo sano.

LaLiga | Valladolid - Barcelona, en imágenes / Associated Press/LaPresse / LAP
La ilusión debía ser el combustible que propulsara al Barça, pero la desarmonía del equipo impidió que el motor rodara con las necesarias revoluciones que suelen mover al líder. Era una las posibles consecuencias de reunir un once tan extraño, con la primera titularidad de Andreas Christensen de la temporada –solo jugó los últimos 26 minutos de la jornada inaugural en Mestalla al 17 de agosto–, la segunda de Pau Víctor –desde la derrota de Pamplona el 28 de septiembre– y la tercera de Ansu Fati.
Mirada hacia el banquillo
Un engendro insólito, inconexo, de un grupo que nunca se había reunido como equipo. Flick tuvo que echar la vista atrás, al banquillo, para devolver a los titulares al campo cuando en el descanso pervivía el inquietante 0-1. Eligió a Frenkie de Jong y a Raphinha. Había entrado Lamine Yamal y el Barça remontó en un cuarto de hora el marcador. Iba a ser muy difícil que el Valladolid disfrutara de un golpe de fortuna como el rebote que le adelantó en el marcador y que propició un salto descoordinado y desacompasado de Ter Stegen, que volvía al equipo desde su lesión de septiembre.
Los 60 puntos de distancia (20 victorias, exactamente) no fueron una diferencia perceptible, o no más evidente que entre el Barça y algunos de sus rivales. El gol encajado multiplicó las dificultades, como siempre. El Valladolid hizo lo mismo que todos: defenderse, buscar faltas y perder tiempo.
La delantera más goleadora de Europa estaba en Pucela, pero resguardada en el banquillo, tapados con una manta los tres que jugarán en Italia, aunque se les necesitaba desde el minuto 6. La lesión de Dani Rodríguez, el séptimo debutante de Flick, precipitó al campo a Lamine Yamal, que creó desasosiego en las filas castellanas más por el nombre y sus inmediatos antecedentes que por la peligrosidad de sus acciones.
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