Escalada solidaria
¿Puede la escalada cambiar vidas? Un poco de magnesio y esta causa lo demuestran
De campos de refugiados a barrios con jóvenes en exclusión social, un proyecto que usa la escalada para la inclusión

Proyecto de escalada solidaria en Kimya, Uganda
La escalada es para muchos una vía de superación constante y una forma única de conectar con los demás. Pero, ¿y si además pudiera transformar comunidades y mejorar vidas? Esta historia demuestra como este deporte cambia realidades.
"Si la escalada podía cambiarnos a nosotros, que éramos chavales que lo teníamos todo, ¿por qué no iba a hacerlo con quienes más lo necesitan?"
A sus 16 años, Ángel Paraíso —actualmente presidente de la asociación Maika'i Projects— descubrió este deporte en un momento clave de su vida. Tras una lesión en la rodilla que le obligó a dejar el fútbol y unos resultados académicos poco alentadores, encontró en la escalada una nueva forma de superarse, rodeado de amigos y en un entorno repleto de apoyo. Paralelamente, se puso a estudiar integración social y siempre había querido dedicar su vida al deporte. Fue entonces cuando ambas pasiones se materializaron en un solo proyecto: Maika'i Projects.
Algo similar le sucedió a Ismael José Moreno, socio fundador de Eco Climb y apasionado de la escalada, quien, movido por este deporte, encontró una nueva dirección en su vida profesional y comparte una visión muy parecida a la de Ángel: “Los valores de la escalada como el compañerismo, la colaboración y la superación tienen un impacto enorme en las personas”. Con esta idea en mente, nace su empresa, para “tangibilizar todos estos valores y convertirlos en acciones reales”. De hecho, su web se ha convertido en una plataforma que da visibilidad a causas sociales que, a menudo, quedan en segundo plano, olvidadas y sin el apoyo que merecen.
“Lo fácil sería apoyar a una organización bien posicionada y conocida por todos, pero lo difícil es rescatar a quienes no tienen esa misma exposición y, con los recursos mínimos y sin ayuda, están haciendo algo tan valioso como lo de los demás”, señala Ismael. Y precisamente es ahí donde radica su impacto: en conectar con medios, agencias y otros actores clave para generar el tráfico que estas iniciativas necesitan.
Fue en la búsqueda de este tipo de causas, donde los caminos de Ismael y Ángel se cruzaron, algo casi inevitable, formando una unión perfecta.

Ángel Paraíso y Pablo Antolín con los niños de Kumwenya Eco School, Uganda / .
Magnesio con propósito
Maika’i ya había demostrado que la escalada podía crear oportunidades en contextos difíciles. La cuestión era cómo hacer estos proyectos sostenibles a largo plazo. La respuesta estaba en algo tan básico como el magnesio.
Este elemento fundamental en la escalada se convirtió en el punto de partida para una acción mucho más grande. Ambas organizaciones encontraron una causa común, y de esta sinergia nace el magnesio solidario, un producto pensado para estar al alcance a todos, pero con un propósito mucho mayor: generar un impacto social. “Buscábamos algo que cualquiera que escale necesite y de fácil acceso para todo el mundo. El magnesio es barato, accesible y esencial para los escaladores, por eso decidimos crear un producto 100% solidario, cubriendo solo los costes y reinvirtiendo los beneficios en causas sociales como la de Maika'i”, explica Ismael.
Además, su impacto va más allá, porque se obtiene de desechos de la desalinización marina, evitando así la minería a cielo abierto y reduciendo residuos que, de otro modo, acabarían en el mar. Este proceso sostenible no solo contribuye al medio ambiente, sino que también produce un magnesio “con más de un 99% de pureza. El magnesio se adhiere mejor a la piel, dura más y da un agarre excelente”.
Causas que merecen ser escuchadas
Maika'i ha llevado la escalada a comunidades vulnerables, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras; desde campos de refugiados en Grecia hasta los barrios más desfavorecidos de Madrid.
Su primer proyecto fue en la pequeña comunidad de Kimya, en Uganda. Consistió en la construcción de un sencillo rocódromo en una población sin apenas medios, enfrentando numerosos desafíos logísticos como la falta de electricidad. Ángel recuerda: "El carpintero con el que trabajábamos ni siquiera sabía para qué servía un rocódromo". Una vez terminada la instalación y superados los obstáculos, gracias a la ayuda de la ONG Kelele África y pequeñas colaboraciones, el equipo pasó unas semanas enseñando escalada a niños y profesores de un colegio local.
El proyecto fue tan positivo que motivó la creación de un grupo de voluntarios que siguió adelante con la iniciativa al año siguiente. Sin embargo, Maika'i no es una asociación grande y sus recursos son muy limitados, lo que dificulta la continuidad de sus proyectos a largo plazo.
“Tenemos mucho apoyo de la comunidad escaladora, pero no hacemos más porque no somos capaces de abarcarlo económicamente” - Ángel Paraíso
De refugiados a escaladores
A pesar de ello, el interés por su trabajo creció. "Después de sacar un documental del proyecto en Uganda, nos contactaron desde Grecia", comenta Paraíso. La ONG Habibi Works ayudaba a mujeres refugiadas del campo de refugiados de Katsikas a través de talleres, deportes y cursos para fomentar su empoderamiento y mejorar sus oportunidades. Necesitaban un espacio para actividades deportivas. “Así que fuimos para allá y construimos un rocódromo mucho más grande, ya no era solo madera, utilizamos metal y estaba techado”, detalla Ángel.

Proyecto en el campo de refugiados de Katsikas, Grecia / .
Poco después, Maika'i, de la mano de la ONG Yoga and Sport with Refugees, reactivó una pared de escalada en desuso en otro campo de refugiados en la isla griega de Lesbos.
Vallecas a lo alto, derribando barreras
Tras sus logros internacionales, este año han iniciado un nuevo proyecto en el madrileño barrio de Vallecas, dirigido a un grupo de entre 20 y 30 jóvenes en riesgo de exclusión social. La mayoría proviene de familias desestructuradas y con recursos limitados. En colaboración con la asociación Ciudad Joven, el programa ofrece una alternativa de ocio saludable, con dos clases mensuales en un rocódromo local y la intención de organizar, al menos una vez cada trimestre, una salida a roca natural.
Pequeños gestos, grandes oportunidades
Para que proyectos como los de Maika’i perduren en el tiempo, es fundamental el apoyo continuo de voluntarios y de personas que creen en el poder transformador de la escalada. Aunque las organizaciones implicadas ponen todo de su parte, no pueden hacerlo solas. Es aquí donde esos pequeños gestos, como elegir productos solidarios o respaldar iniciativas que fomentan la inclusión, son capaces de cambiar realidades. Quizá tu próxima pared de escalada no solo te acerque a la cima, sino que también ayude a alguien más a encontrar su propio camino.
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