Un punto de inflexión, bien para crecer, bien para coger algo de oxígeno en la zona baja de la tabla del Grupo 2 de Segunda Federación, o bien para reafirmar la idea que se viene rumiando en las últimas semanas: el Córdoba CF Femenino ha empezado a dar con la tecla en el nuevo curso. Más tarde de lo esperado, eso sí, la agrupación dirigida por Antonio “Chico” Serrano parece haber encontrado el camino del éxito en Liga, a la que poco a poco comienza a coger la medida a base de importantes cosechas. No fue diferente en la visita a un rival directo como el Albacete Globalcaja en el Campo de fútbol José Copete (0-2), donde el bloque blanquiverde dejó una actuación sobria, acertada y aseada para mantener su racha de imbatibilidad particular de las últimas semanas todavía vigente.
Cara a cara
El cruce entre necesitados arrancó eléctrico. Múltiples ocasiones se contabilizaron antes de la llegada del ecuador del primer acto, con un despliegue importante. Las blanquiverdes, por su lado, abrieron el cuaderno de ocasiones por mediación de Marta Arias, que en apenas siete minutos ya desniveló el pulso ante la meta manchega, con el 0-1. Yanire Ruiz, de libre directo, fue la siguiente en probar suerte, mientras que Carlota Acín cerró con otro chut desvíado antes de la marcha a vestuarios.
Enfrente, no obstante, el combinado local también acumuló ciertas tentativas de peligro, exigiendo la versión más aguerrida de una Inma Almendros que continúa creciendo durante esta fase más avanzada del arranque de campeonato en la sección sur de la categoría.
Capacidad resolutiva
Después del intervalo, lo que quedó fue más lucha. La medular se convirtió en un campo de minas -con numerosas amonestaciones como reflejo-, mientras que los costados, con algo más de espacio, fueron el territorio utilizado por ambas escuadras a la hora de hilar el plan para hacer daño al oponente. Lorena Guillén pudo transformar esa idea en renta real una vez rebasado el 70 de juego, algo antes de otra aproximación de Desi, que se quedó a medias.
Todo se mantuvo abierto en una recta final que, pese a la evidente falta de fuerzas, cobró un ritmo considerable conforme se estrechaba el margen hasta el pitido, más por el lado local, aunque sin la puntería necesaria para alterar el destino del botín en liza, tampoco la segunda diana blanquiverde, obra de Guillén, que selló el rumbo de tres puntos de oro directos a tierras cordobesas.