La pasada jornada se mostraron en la liga española ocho tarjetas rojas, tantas casi como todas las que se han visto en lo que va de Premier League, once en 13 jornadas.

Siendo un número llamativo, lo es más la comparación de las expulsiones que se produjeron en temporadas pasadas en la liga española y el ritmo de rojas que lleva esta campañaEn la 2021-22 se vieron 85 en 38 jornadas, mientras que en las 13 primeras de esta 2022-23 ya se han visto 54. Un dato realmente preocupante, más si lo comparamos con los registros de las otras grandes ligas de Europa. Así, la Ligue 1 francesa es la que más se acerca con 55 expulsiones en 14 jornadas, para un ratio de 3,9 por cada fin de semana, mientras en la española sube a 4,1. Muy por detrás aparecen la Serie A con 26 expulsiones (2,2 por jornada), la Bundesliga con 22 (1,7) y la Premier con solo once tarjetas rojas y un ratio de 0,8 expulsiones por jornada.

En Primera y Segunda

Y a eso hay que añadir que no es un problema exclusivo de Primera División, si no que se extiende a otras categorías como Segunda, donde ya se contabilizan 51 rojas. Si analizamos los datos más detalladamente, se observa que el bético Pezella cuenta con el honor de ser el único jugador de toda la liga que ha visto dos tarjetas rojas, de las 54 que se han mostrado. Mientras que el más amonestado ha sido el defensa de Osasuna, David García, con seis tarjetas (una roja), y el rayista Trejo, también con seis, pero todas ellas amarillas.

El equipo más castigado por los árbitros es el Sevilla, con 57 tarjetas, seguido por Mallorca (56) y Osasuna (53). Y el menos amonestado aparece el Real Madrid con 20, la mitad de las que ha visto el Atlético y diez menos de las que le han enseñado al Barcelona. Athletic, con 21, y Villarreal y Valladolid, completan el podio de ‘limpios’. El Betis es el equipo con más expulsiones de esta Liga 2022/23, con seis, las mismas que en toda la temporada pasada. Sin embargo, es llamativo que en los últimos 32 encuentros, pese a sufrir 8 expulsiones y jugar en inferioridad, los de Pellegrini solamente ha ido por debajo en el marcador en 196 de los 2.880 minutos disputados (6,8%). Incluso hay un dato muy significativo para comparar la permisividad en una liga respecto a otra. El bético Fekir vio una roja en 193 partidos con el Olympique de Lyon, mientras que en el Betis ya ha sido expulsado seis veces en 129 encuentros como jugador verdiblanco.

Si se analizan pormenorizadamente las actuaciones de los colegiados, aparecen dos árbitros con cuatro expulsiones, Pizarro Gómez (que ha dirigido cuatro partido en los que ha enseñado 16 tarjetas) y Muñiz Ruiz (con 39 amonestados en 7 encuentros). El honor de ser el más ‘rápido’ de la Liga a la hora de desenfundar recae en un clásico, Figueroa Vázquez, que ha amonestado a 51 jugadores en ocho encuentros, aunque sorprendentemente solo dos de ellos acabaron en la ducha antes de tiempo).

El dilema que surge al observar esta tendencia y unos datos tan llamativos es si ‘la culpa’ es de los árbitros porque tienen el ‘gatillo fácil’ y están sacando demasiadas tarjetas, ya sean amarillas o rojas, o si es culpa de los unos jugadores que se desempeñan con más dureza de la habitual.

Al inicio de la presenta temporada una de las órdenes que se dio a los árbitros, y con ello también a los que estaban en la sala VOR, era tratar de proteger a los futbolistas de las entradas que pudieran poner en peligro su integridad física. Algo que surgía como consecuencia de un par de episodios que se produjeron en la temporada anterior en la que el ímpetu excesivo de algunos defensores provocó lesiones de gravedad, y se ha querido frenar eso. De ahí que la orden fuese taxativa en cuanto a la sanción y amonestación de este tipo de entradas y jugadas.

Visión arbitral

EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica, ha podido hablar con miembros del colectivo arbitral sobre esta tendencia que se está produciendo y advierten que en el análisis de estas jugadas hay un factor de azar, como es el caso de la de Borja Iglesias. Son situaciones de presión en la que se llega tarde y con los tacos por delante y se producen estas entradas que el VAR detecta nítidamente. Unas entradas que son difíciles de ver para el árbitro en juego, pero que en la sala de vídeo quedan reflejadas. "Es cierto que una imagen congelada no sirve para tomar la decisión categórica, pero esa acompañado del vídeo de la jugada explica nítidamente lo que ha ocurrido. Y de ahí que el VAR llame al árbitro y este no tenga más remedio que mostrar la roja, al ser jugadas que ponen en peligro la integridad del rival", apuntan desde el colectivo.

Jugadas como las de Borja Iglesias o el céltico Gabi Veiga se han repetido en este inicio de la temporada porque «además los equipos se animan a presionar en bloque alto con mucha intensidad, y eso aumenta el riesgo de este tipo de entradas. Son situaciones de presión en todo el campo en el que no se da por perdido un balón y se arriesga mucho, llegando al límite en muchas ocasiones porque se va pensando no solo en robar si no también en condicionar la salida del balón desde atrás».

La simulación

Sin embargo, lo que más preocupa a los árbitros es "la simulación". Los jugadores han disparado las jugadas en las que simulan y le echan mucho teatro después de chocar con los rivales tratando de provocar que el árbitro sea llamado por el VAR y se rearbitre la jugada desde la sala VOR al mínimo contacto, porque una vez existe este, no se puede advertir el daño que se le hace al jugador. En este caso "desde el VAR no pueden avisar al colegiado cuando es amarilla y eso hace que sea mucho más difícil de atajar este tipo de jugadas de simulación. Es un problema grave que tenemos en nuestro fútbol". El parón para el Mundial parece un buen momento para reflexionar sobre esto, tanto los árbitros como los jugadores.