El Córdoba Futsal se quita un peso de encima al ganar al Xota Osasuna

Uno se comporta según las circunstancias. Lo de ser fiel a los principios es otra cosa. No debe confundirse con adaptar la actuación a las necesidades del momento, que no supone una renuncia sino un acto de auténtica coherencia. Sin ninguna victoria que echarse a la boca después de cinco jornadas, el Córdoba Futsal se presentó en el pabellón Anaitasuna con hambre atrasada. Josan González metió un quinteto con oficio y el grupo apretó desde el arranque, sin miramientos. Muhammad y Miguelín protagonizaron la primera acción ofensiva relevante, con un trallazo del tailandés que se le marchó arriba después de un tiro anterior del balear. A los dos minutos se intercambiaron los papeles y el desenlace fue rutilante. El pívot se revolvió en el área, con dos rivales encima, y su lanzamiento forzado golpeó en uno de ellos; le cayó la bola a Miguelín, que ni se lo pensó: el internacional conectó un zurdazo inapelable para hacer el 0-1.

Zequi persigue a un rival en el Xota-Córdoba en el pabellón Anaitasuna. CD Xota

El Xota notó el golpe, claro. El cuadro pamplonés tampoco había vencido aún y cumplió con lo debido. Geraghty hizo trabajar a Fabio tras robar un balón en la salida de Zequi. Sin embargo, el Córdoba Futsal mostraba empaque y buscaba su suerte con determinación. La encontró en un acción clave: el portero local, Asier Llamas, tocó la pelota con las manos fuera del área y fue expulsado con roja. Salió a la pista el joven Oihan, 19 años, que tocó su primer balón para sacarlo de las redes. Alberto Saura marcó tras una buena circulación de pelota del cuadro cordobesista, aprovechando su superioridad numérica durante dos minutos. Aún no se habían apagado los ecos del festejo del murciano cuando el Xota se metió en situación con un golazo de Fabinho.

Jesulito, con muchas ganas

Jesulito, con muchas ganas, incordió al Xota con insistencia. El gaditano rozó el tercero con un balón picado que salió rozando el poste. Poco después, en una contra, Pablo Del Moral estrelló la pelota en el lateral de la red. Los cordobesistas llegaban con fluidez, pero sin pegada. Muhammad, muy voluntarioso, no encontraba el punto de mira y a Saura le sometían a una vigilancia especial. Ser el máximo goleador de la Liga tiene este tipo de peajes. En el Xota era Geraghty el más incisivo. El argentino se encontró solo ante Fabio tras un pase de Martil y su lanzamiento lo rechazó el meta cordobesista, que le tapó bien. Los de Josan González mostraban una imagen solvente, pero la estrechez del marcador provocaba cierta angustia. La acumulación de faltas -cuatro con ocho minutos aún por delante- añadía un plus de inquietud.

Oihan le desvió un tiro a Miguelín que llevaba aroma de gol en una fase de mayor presión del Córdoba, que quería abrir brecha antes del intermedio. Sin embargo, el Xota estuvo a punto de equilibrar el tanteo en una contra tras robo en la que Fabio le sacó el tiro a Geraghty y Pulinho, en la línea, desvió después el rechace que remató Martil. La acción espoleó a los de Imanol Arregui, que se sostenían con más ardor que estilo. Y, sobre todo, con una formidable habilidad para sacar partido de los errores de los cordobeses, que no fueron pocos. Cada desaplicación era seguida por un susto. A dos y medio del descanso, Zequi hizo la quinta falta y vio tarjeta. Arregui pidió tiempo muerto para exprimir la pizarra. Fabio se la sacó a Geraghty y salvó a los suyos. No pudo hacerlo, sin embargo, cuando el bonaerense cazó la pelota después de una deficiente cesión de Del Moral a su portero. El pase atrás, flojo, se quedó en los pies del rival, que burló al meta para hacer el 2-2.

Geraghty pugna con Saura en el Xota-Córdoba en el pabellón Anaitasuna. CD Xota

El minuto final fue de verdadera locura, con los papeles perdidos y los ánimos desatados por parte de ambos ante la desesperación de los técnicos, que trataban de poner las riendas a dos equipos desbocados, jugando a la ruleta rusa con el error. El descanso llegó con sentimientos dispares: para el Xota, que salió vivo de un momento crítico, renacía la oportunidad; para el Córdoba, que no aprovechó su 0-2 con expulsión del portero rival, el empate era un veneno por el fondo y la forma.

Cautela y control

Ambos se comportaron con más aplomo en la reanudación, contemporizando y buscando el control del ritmo. El Córdoba se agarraba a Miguelín y Bolo para marcar la pauta, con Jesulito y Viana en plan alborotador en ataque. El gaditano lo intentaba en el uno contra uno, pero sin fortuna. El Xota no se volvía loco, consciente de que había logrado reparar una avería enorme. Aguardaba su oportunidad ante un Córdoba que, en su obsesión por evitar los errores, atemperó su juego. En la primera mitad del periodo apenas sucedió nada en las áreas. Los porteros vieron cómo bajaba el nivel de su jornada laboral en cuanto a cantidad de intervenciones, aunque la trascendencia del resultado y su incertidumbre les exigía alerta máxima.

Saura y Linhares lo intentaron para dar más chispa a un duelo enquistado, en el que el miedo a perder parecía poder más que la ambición por ganar. Nadie se atrevía a lanzar un arreón. Se miraban, pero no se tocaban. Solo algunos inconscientes, como el local Juninho, se metían en berenjenales para sorprender. El Córdoba se esforzaba por mantenerse ordenado, protegiendo el punto que ya tenía y sin renunciar a coger todo el botín, pero sin descomponerse. Hasta que Arregui tocó tecla para salir con Carlos Vento como portero jugador a falta de 4:30. El venezolano subió la pelota y Zequi le atosigó, se la robó y la metió en la portería contraria con un tiro raso desde su campo. Fabio salvó al Córdoba en un disparo brutal de Fabinho a falta de diez segundos. El bocinazo final sonó a gloria. Los jugadores se dieron su abrazo más sentido y se quitaron un buen peso de encima.